Espacio de opinión de Canarias Ahora
Elogio de la oposición
El poder es fácil de obtener, difícil de usar y muy fácil de perder. No sé de quién tomo prestada esta frase, pero se la endoso al pacto de las flores.
Este año de la misma forma como aconteció en el año 2007 el partido socialista ganó las elecciones autonómicas. Distintos actores, distintos escenarios y mismo argumento. Repite la música de fondo, el pacto de perdedores. El pacto de perdedores no es de nuevo cuño, que formen gobierno los perdedores es un precepto que a Coalición Canaria se le olvidó incluir en el Estatuto de Autonomía.
Es de rigor que no acepta reproches, toda vez que es del todo democrático.
Veamos los actores. En el 2007 Soria y Paulino amarraron el pacto de perdedores. Recordemos aquel escenario con un candidato, López de Aguilar que anticipaba que descubriría lo que anidaba sotto il tappeto, el innombrable expediente de levantar las alfombras. El argumento es el mismo, ninguno. Esperando a Godot. Solo que entonces el pacto estaba precocinado y esta vez se cocinó un minuto después de conocer que el pacto de las flores no era reeditable. Y ahora las alfombras no ocultan aquella basura.
Bajo las alfombras hoy hay menos, el clientelismo el mismo. Aquello sucedió hace años, tantos que está a prueba de buena parte de los olvidos. El inicio de aquella legislatura fue insólito. López Aguilar golpeaba desde el atril, Paulino se agachaba y no le llegaba la camisa al cuerpo y al presidente del Parlamento, Castro Cordobés se le desencajaba la mandíbula al grito de retire esto, retire lo otro. Nacía una ilusión efímera que celebraran jóvenes y desencantados. Un aire fresco irreconocible. Ya que no parecía probable tener un buen gobierno, parecía que había una esperanza de contar con una buena oposición.
Rota la esperanza de avanzar detrás de un gobierno, nacía el anhelo de marchar detrás de una oposición de alto voltaje y muchos quilates. El problema era el gobierno, la solución estaba en la oposición.
Para eso se hacía preciso un presupuesto básico, que las listas de la oposición hubieran sido confeccionadas para gobernar, pero también para hacer la gobernanza desde la oposición. Lo contrario de lo que suele ser habitual al confeccionar una lista, mediocridad, cuotas y endogamia orgánica. Aparte se hacía necesario que el jefe de la oposición aguantara y no pusiera tierra por medio como al final sucedió.
Para que todo ello funcione, el prerrequisito era visualizar que eran mejores los miembros de la oposición que los que gobernaban, que tenían la capacidad de construir un gobierno en la sombra y marcar el paso de un gobierno insuficiente.
En una ocasión un diputado liberal se movía hacia las filas del partido laboralista y Churchill advirtió que era la primera vez que veía una rata ir hacia el barco que se hundía. Vemos a Sir Winston equiparando a la oposición con el naufragio. Restada su importancia a la rata, cosas de Churchill, la norma en una oposición es su condición de rendida, vulgar, que apenas profundiza en los expedientes y que está más atenta a la algarabía y al ruido mediático.
Imaginemos, en 2007 y ahora, una oposición que quiera encandilar al público con un tamaño de la ilusión que sea el de la esperanza ciudadana. Pongamos que hablamos de que no se hace oposición solo para el desgaste y pensando en el horizonte electoral, sino que se hace dando al público información del control practicado y de las alternativas existentes. Supongamos que hay generosidad, esa que solo se explica con la valentía.
Imaginemos una escena en cualquier parlamento, que llega a Teobaldo Power un taxi con el gobierno y se baja nadie, un elefante blanco que es como llaman a aquello de poca utilidad y alto coste y a continuación aparece otro taxi, el de la oposición lleno de alternativas constructivas y superadoras y rebosante de ilusión.
Con una visión periférica que es sabido que es la capacidad de ver lo que tienes delante pero también lo que se oculta a derecha e izquierda.
Luminosa oposición frente a un gobierno en eclipse. Desde la oposición se puede forjar un líder, claro que sí y una alternativa. Y una ilusión. Inaudita oposición, rosas en el mar.
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