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Energía

Michael A. Galascio / Michael A. Galascio

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Es importante conocer ésta definición, si deseamos comprender lo que está pasando en una sociedad de ritmo vertiginoso y encaminada sin remedio hacia una nefasta globalización, en donde los ciudadanos gastan aproximadamente el 80% de sus ingresos en la compra de energía de todo tipo. En éste sentido, ¿se imaginan un método alternativo para producir energía que nos libere de estos gastos? Sin duda, todos disfrutaríamos de una mejor calidad de vida. Sin embargo, hay un problema. ¿Qué sucedería con las instituciones bancarias por donde fluye todo el dinero de los conglomerados que producen la energía convencional? Sí existiese una energía alternativa al alcance de todos y según varios investigadores algunos estados ya disponen de la misma, tal vez, la lógica de control y estabilidad estatal no considere conveniente darlos a conocer. Por este motivo, en muchas Universidades que trabajan con sistemas avanzados de antigravitación o energía kinética, los estudios se ven súbitamente paralizados y los científicos premiados o consolados con grandes puestos dentro de la administración para ganar su silencio.

En la dimensión individual, nosotros somos energía en constante movimiento. Es nuestra esencia. Por ejemplo, el suelo que nos soporta es posible gracias a que existen átomos moviéndose (vibrando) a tal velocidad, que dan consistencia a todo lo que conocemos. De otro modo, atravesaríamos el suelo cayendo al vacío si viviésemos en un piso. En ésta línea, como muy bien afirma Deepak Chopra: “Vivimos como ondas de energía en el vasto océano de la energía”.

Además de esta dimensión de la energía existen otras dimensiones, como las químicas y físicas entre otras. En el caso de la química los estudiosos normalmente están preocupados por la transferencia de energía de un sitio (envase de reacción) a otro (otras áreas de ese envase de reacción) Sin embargo, para que esto sea posible regresamos al concepto de trabajo, ya que se necesita energía para realizar un trabajo. Como cuando unos gases evolucionan en una reacción para mover una pared movible (pistón) en contra de una fuerza opositora. Otra forma de transferir la energía es a través del calor.

De la misma manera, en el caso del ser humano, pero en un nivel más sutil, la energía psíquica de la creatividad es con frecuencia exprimida por aquellos en posiciones de poder para que otros resuelvan ecuaciones o problemas complejos que no dejan a la clase dominante avanzar. En otras palabras, existe un grupo de personas “una elite creativa” (fuente de energía), que constantemente está despejando el camino a aquellos que tienen medios económicos y/o posiciones de poder que utilizan como motivación o coacción, para que “la elite” venza las fuerzas opositoras (realicen el trabajo) que ellos no pueden enfrentar. De este modo, ellos siguen en su posición de privilegio, mientras que los creativos son calmados con algunas migajas en forma de proyectos, promesas, contratos basura, alguna posición en una institución y un cargo pomposo que no significa absolutamente nada.

En otras palabras, la lucha del ser humano y por lo tanto de los Estados es la lucha por la energía en todas sus manifestaciones. Por este motivo, no deben sorprendernos casos modernos de esclavitud, niños que trabajan 16 horas diarias en fábricas asiáticas o que países como Suiza, tomen posturas inusitadas como realizar un acuerdo para comprar petróleo a Irán, saltándose el embargo de Europa y Estados Unidos hacia ese país. En el caso de este Estado, quizás prefieran estar en esa situación, antes de depender de una Rusia que utiliza sus reservas de petróleo (energía) como un arma política con la intención de doblegar la voluntad de Europa.

En este punto, deberíamos hablar sobre las tecnologías de energía para moverla de la fuente hacia un punto de utilización, para transformarla de la forma original hacia una en que pueda ser utilizada.

Existen dos grupos básicos, uno convencional y otro alternativo. Las tecnologías de energía convencional deriva la energía de combustible tanto de fósil (carbón, aceite, gas natural) como nuclear (uranio, plutonio) Estas tecnologías primero convierten la energía en combustible y luego en calor, entonces transforman algún porcentaje de ese calor en otra forma más útil de energía (calefacción de edificios y otros similares) Aproximadamente el 80% de la energía actual proviene de fuentes convencionales. Las tecnologías de energía alternativa, por el contrario, producen energía de flujos naturales, renovables, en vez de combustibles. Estas tecnologías obtienen energía del sol, viento, plantas y otros. En cuanto a las hidroeléctricas debo señalar que se considera convencional aunque produzca su energía del flujo del agua en vez de combustible ya que ha sido utilizada a escala industrial durante tanto tiempo.

Ante éste problema global, ¿qué podemos hacer? ¡Autosuficiencia! Es lógico, sin embargo, ¿cómo? Quizás empezando por nosotros mismos y no regalando a precio de saldo nuestras ideas. Siempre recordaré una de esas entrañables reuniones con amigos donde discutíamos sobre el poder creador del hombre desde diversas perspectivas y le pregunté a un amigo ¿Qué es esto? (mientras señalaba un ordenador) Él me respondió ?un computador-. Y le dije: No. Es un pensamiento materializado, porque alguien tuvo que haberlo imaginado para luego realizarlo. Alguien tuvo que utilizar su energía psíquica para crearlo.

Con respecto a la visión global de la autosuficiencia, es evidente que el hecho de importar petróleo, sobre todo de conglomerados hostiles a nuestra forma de vida, es peligroso para nuestra economía y en un futuro puede ser motivo de más conflictos bélicos.

Si tomamos en consideración la evolución del precio del petróleo desde la crisis de 1973 generada por la OPEC hasta el conflicto de Irak, se aprecia un incremento extraordinario. En aquella época el barril de petróleo (1 barril = 42 galones EE.UU. = 159 litros) subió de $3 a $13 y todo motivado por el apoyo de EE.UU. a Israel. Esto afecto los precios de los artículos de primera necesidad, así como las inversiones en la bolsa de valores. Esta situación puso de manifiesto un escenario de fragilidad que se ha agravado aun más, en unos tiempos en que los puntos centrales de las fuentes de energía y las rutas de transmisión son vulnerables a ataques terroristas o de otros “intereses” empresariales. Hoy el barril está en aproximadamente 100 dólares, algo espectacular y cuyo impacto en los productos y en la carga de los ciudadanos menos favorecidos es horripilante. No obstante, ¿Por qué EE.UU. y algunos países cuyas universidades han asegurado disponer de tecnología para producir energía alternativa suficiente, no la ponen en marcha? Tal vez, por lo de siempre. ¡El dinero! Los estados deberán estudiar alguna manera de garantizar la estabilidad de los mercados cuando una fuente de energía sustituya a la otra. Esto me recuerda aquel famoso proyecto de ENDESA de enviar información a través de la red eléctrica, algo similar al Power Line Communication (PLC), la tecnología que permite la transmisión de voz y datos a través de la red eléctrica existente. ¡De repente, oscuridad total! No sea que telefónica pierda su supremacía.

Finalmente, el Estado debería preocuparse por este aspecto vital de la ciudadanía y fomentar iniciativas, estrategias y hábitos distintos para abordar la problemática de las tecnologías de energía.

Michael A. Galascio

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