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Entropía numérica presupuestaria

José Carlos Gil Marín / José Carlos Gil Marín

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De este modo, las cuentas del Ejecutivo autonómico para el próximo año siguen su trámite en la Cámara parlamentaria gracias al respaldo de 31 de los 34 diputados que suman los 19 diputados de Coalición Canaria (CC) y los 15 del Partido Popular (PP). El Gobierno en minoría presidido por Paulino Rivero superaba así el gran escollo presupuestario para 2011.

Los socialistas pidieron la devolución del texto argumentando que son unas cuentas antisociales. Por su parte, el Presidente del PP, José Manuel Soria, despejó dudas desde el principio de su intervención señalando que los Presupuestos iban a ser respaldados obviando la ruptura del pacto de gobierno CC-PP en Canarias que no es tal ruptura, pues sigue siendo -las votaciones lo confirman- un pacto parlamentario de apoyo al Gobierno autonómico.

Pero en los debates parlamentarios sucedidos no se habló desde el Gobierno de Canarias de los números de la economía real de estas islas atlánticas. No se habló del 28,7% de economía sumergida que existe en las islas según el sindicato de los técnicos de la Consejería de Economía y Hacienda (Gestha). No se habló desde el Gobierno de la caída de la creación de empresas en las islas: de las 5.838 creadas en 2006 (último año de bonanza) a las menos de 2.700 creadas en 2009. No se habló sobre el puesto de las islas en cuanto a transparencia de su gestión en ordenación territorial, anuncios y licitaciones de obras públicas, o en el seguimiento, control y ejecución de obras públicas, que es en transparencia el del penúltimo lugar junto a Cantabria de entre todas las Comunidades Autónomas del Estado español. No se habló del porqué no había exigido el cumplimiento presupuestario estatal efectivo de la Ley del REF de 1991 para haber apoyado al PSOE en la Carrera de San Jerónimo. No se habló del cambio del modelo productivo archipelágico, del que ya nadie del Gobierno habla en las islas. Los meses de legislatura que aún nos quedan van a ser, pues, muy duros no ya para la clase política archipelágica, sino para la sociedad, para el conjunto de los ciudadanos de estas islas en las que hemos nacido y en las que aún vivimos.

En las economías modernas, el Presupuesto debería ser el instrumento básico de política económica de todos los gobiernos. De aquí debería partir el Plan Rector de lo que debería ser un país, una región, un Estado, un municipio, una Comunidad Autónoma o un Cabildo. Lógicamente, con política de descentralización, cada uno es responsable en sus respectivas entidades; lo importante se encuentra en el Presupuesto y en la política económica. En la actualidad el proceso presupuestario debería estar determinado por el diagnóstico de la situación socio-económica. Es decir, el Presupuesto tiende a ser (o debería ser) el aspecto central en la presentación e instrumentación de la política económica de cualquier Gobierno. La programación presupuestaria, orientada por la planificación a medio plazo o la operativa anual, debería sustituir el régimen de improvisaciones en la formulación de los Presupuestos. Pero en estas islas atlánticas no parece tal. ¿Ya nadie se acuerda a la hora de votar de los 85,6 millones apuntados por José Manuel Soria? ¿Ya nadie se acuerda de los 4.000 millones de Deuda Pública, derivados de la política tradicional de endeudamiento seguido en la actual legislatura? ¿Ya nadie se acuerda de los 260 mil parados que han generado las actuales políticas presupuestarias?

El Presupuesto debería ser el arma por excelencia de todo Gobierno para gestionar los recursos económicos de cada año. Pero el Presupuesto que no rechazó el Parlamento canario el pasado miércoles no refleja de manera realista lo que debería hacerse para capear la actual crisis: ¿por qué se reducen los recursos de educación y sanidad? ¿Por qué no se dedica más a innovación y a inversión productiva y menos a gastos corrientes?

Quien planifica el escenario arma el Presupuesto, y ya sabemos lo que se ha venido planificando en estas islas desde la década de los 60 del pasado siglo XX, con los resultados de paro y de desestructuración social que actualmente padecemos. Para el entramado económico financiero realmente dominante los marcos políticos de referencia siguen siendo perfectamente permeables: y esto lo seguimos padeciendo en el hoy los ciudadanos, como en el ayer también lo padecimos.

José Carlos Gil Marín

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