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Yo no escribo al dictado

Aurora Murciano / Aurora Murciano

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Me ocupé de hablar con la gente del pueblo allí congregada, a escuchar sus inquietudes y en este caso, me sorprendió sentir su miedo. Su miedo a volar pensando que les podía pasar algo malo e incluso llegar a morir a causa del sistema AFIS. “El Hierro es el aeropuerto más peligroso de Europa”, ¿recuerdan?

Siento mucho que su necesidad de recibir información no se viera satisfecha porque nadie les explicó cómo funciona uno y otro sistema y los peligros que entraña -si hay alguno- volar con un sistema AFIS.

No entiendo el silencio de Binter al respecto del nuevo procedimiento, que no hayan anulado sus vuelos me hace sentir, por otro lado, que no nos puede pasar nada por viajar en avión a El Hierro o desde aquí.

No miento en mi crónica, simplemente explico lo que vi y cumplí con mi obligación al emitir mi relato y no el que, 15 minutos después de terminar la manifestación, tenía en mi correo procedente del Gabinete de Prensa del Cabildo.

Siento molestar por eso y porque recoja la valoración de las Fuerzas del Orden, que cualquier periodista está obligado a consultar y que, en esta ocasión coincidía, precisamente con la apreciación que mi experiencia en otros casos fijaba.

Rehusé hablar con los políticos. Ellos para mí son los responsables de ese miedo popular injustificado y cuando percibo sus intentos de manipulación, sencillamente, me aparto para poder distinguir con mayor claridad la realidad de lo que ocurre ante mis ojos.

Los insultos hacia mi persona de Domingo Martín y otros que como él avistan la posibilidad de perder su sustento basado no en el esfuerzo sino en la venta de favores no son más que una muestra más de la lamentable situación de sometimiento en la que se encuentra esta sociedad. Yo no le debo nada a nadie y no tengo que decir, contra mi honor, que había 1.200 personas porque, simplemente, es mentira.

Tampoco tengo que decir que no hubo decepción, porque los asistentes repetían una otra vez “¿por qué hay tan poca gente?”. Lo decían los rostros de los más interesados en que el miedo transmitido a los herreños hiciera su efecto. No me he aventurado en exponer posibles respuestas a esa pregunta, esa no era ayer mi labor.

Tampoco tengo que ignorar la frustración ante una demanda de información exacta y real que no se ha visto satisfecha. Simplemente: he hecho mi trabajo responsablemente que no es más que el de informales sobre lo que ocurre; no: decir lo que las personas interesadas quieren que diga; porque yo no escribo al dictado.

Aurora Murciano

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