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España, encrucijada política de Europa

Antonio Ortega Santana / Antonio Ortega Santana

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Hecha la aclaración, para que esos buenos amigos de la red, nos sigan dispensando con su confianza, y un poco vean reflejadas sus opiniones, desde la distancia, y tenga conciencia de la inexistencia de esa “censura” que fruto de las “negras” manos de ciertos politiquillos, que sublimemente recomiendan no publicitarse, en determinados medios. El “Club de Lectores” nace con el sano ánimo de poner a disposición de sus socios, su portal, para verter en él los comentarios, vengan de donde vengan, y sin que, salvo, el insulto gratuito, sus opiniones y comentarios serán respetados.

Entrando en materia, cabría decir que, existe una mayoría “silente” dentro del país y en la vieja Europa, que, asombrados, contemplan como ciertos políticos del arco parlamentario español, hacen caso omiso del clamor de los ciudadanos que les exigen: decencia y ética, valores y virtudes que van camino de extinguirse y que no hay que rebuscar mucho, para encontrar auténticos canallas, que no aportan ni ideas ni proyectos, para salir de la crisis, sino que su afán, es única y exclusivamente, el deslegitimar al gobierno, salido de la voluntad popular, para el “asalto” al poder, por la vía del “dolor” que sufre una gran mayoría de la clase media y laboriosa de nuestro país.

Asombrados andan franceses, alemanes, belgas, daneses, suecos y holandeses, que conforman ese gran grupo de cyberamigos a los que suelo hacer referencia, y, que salvo pequeñas matizaciones, todos coinciden en que los hombres y mujeres que hacen política en nuestra España, son diferentes. Observan que, prima más el interés partidista, que el interés de estado. Los hay que, entenderían, que en una coyuntura diferente, pudieran hacer “rabiosa” oposición, pues en la discrepancia política, está la virtud de la democracia, sistema, según algunos, el menos malo. Pero no llegan a entender que para ello, haya que sacrificar la credibilidad de nuestro país, que de forma sistemática se ve asaltada desde dentro por infundios, y paralelismos, con otros países de nuestro entorno, que guste o no, están a años luz de lo que es nuestra España, a pesar de la crisis y la clase política que tenemos.

Sorprendería el conocimiento que de nuestro país, se tiene por ahí fuera, pues no sólo están al día de lo que acontece en el Parlamento o el Senado, sino que, hasta éste, nuestro “chinijo” archipiélago, es objeto de observación y comentario; así nuestra amiga Hilda, nos pregunta por esa isla de la que habla nuestra ínclita consejera de Turismo, nuestra enigmática San Borondón, o las “debilidades” de nuestro presidente Sr. Rivero, con esos “obsequios” tan atractivos que hacemos a nuestro “huéspedes”. Me pregunta Hilda si la peineta de la Sra. presidenta, es como las que llevan las “bailaoras” andaluzas. Condhy también se interesa por la honorabilidad de nuestro vicepresidente, y se sorprende que siempre estemos agobiando a nuestros jueces, con tantos líos, por el aparente desconocimiento de nuestros hombres públicos de las legislaciones vigentes. Un poco “apabullado” he tenido que contestar de forma genérica: “Lo han dicho ustedes”. Somos diferentes. Y es que coincidirán conmigo, que es muy difícil de explicar, los extraños comportamiento de nuestros hombres y mujeres que se dedican a la política, y que la visión que de ellos se tiene, es que son puestos vitalicios, aunque cambien el color de la “placa” de la puerta de su despacho.

Cumpliendo con lo prometido, y contestándole por la vía que me pide, decirle a Gretthe Hoffman, que, no todos los españoles son como los que la información política describe. Los españoles y por ende los isleños, que es como nos conocen, somos, generalmente personas honestas, trabajadoras, y serviciales; y que no todos practicamos “al enemigo ni agua”, que esa expresión la dejamos para los que aún, sienten nostalgia de aquel señor bajito, gallego de nacimiento, que por gracia de las armas, y de sus amigos Mussolini y Hitler, tuvieron secuestradas nuestras mentes, durante cuarenta años, de la misma forma que hicieron con sus antepasados.

Cabría preguntarse, si es así como nos ven, ¿porqué no somos capaces de comportarnos como, lo que somos? Europeos que soportamos el hándicap de ser frontera Sur, con el continente africano, algo que no le ocurre a los nórdicos, que, sin compartir mesa y mantel con los rusos, mantienen un cordial entente, con los herederos de Stalin. Nosotros para ser “diferentes” desde las filas de los demócratas de toda la vida, esos próceros del P.P se tira la piedra y se esconde la mano, agitando la xenofobia, bajo ese particular paraguas de: “Ya somos muchos”, sin reconocer que gracias a esos que hicieron el camino en busca de un trabajo, por precario que fuese, y que nos ha permitido mantener, hasta no hace muchos meses una economía que era envidia de media Europa, y, que hoy, son aquellos que se dicen españoles de pura cepa, los que emponzoñen con sus discursos, el buen rostro que tenemos más allá de los Pirineos.

Antonio Ortega Santana

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