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Espoo Ciné 2010: El año que nos reencontramos con la realidad (III)

Eduardo Serradilla Sanchis / Eduardo Serradilla Sanchis

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El primero de ellos es Libanon, demoledora crítica al militarismo hebreo, aunque sin olvidarse del resto de las facciones que combaten en el Oriente Próximo. Escrita y dirigida por Samuel Maoz, Libanon está rodada íntegramente dentro de un tanque y el espectador ve lo que sucede a su alrededor a través del visor que tiene el artillero del tanque para poder apuntar y disparar. Como es lógico pensar, el ambiente en el que viven los cuatro tripulantes del vehículo blindado no puede ser más agobiante, sensación que se ve acrecentada por el ruido de la torreta al girar y el reducido campo de visión que tiene el artillero.

No obstante, la película va más allá y plantea lo que supone para un joven hebreo verse inmerso en una situación como ésa. De ahí que el idealismo del joven artillero al llegar a su nuevo destino se transforme en una absoluta desesperación por lograr salvar el pellejo al enterarse de que están donde no deben.

La única persona lúcida de toda la película es un capitán de un pelotón de paracaidistas hebreo, el cual bastante tiene con salvar a sus hombres como para preocuparse de quienes están dentro del vehículo blindado que, teóricamente, tiene que cubrirlos.

Al final, la única solución es “ser creativo” y salir cuanto antes de un territorio tan hostil como aquel.

El segundo de ellos, Cuchillo de palo (108), es un desgarrador documental que deja claro las siguientes dos cosas: las dictaduras, cualquiera de ellas y de cualquier ideología, son una lacra para nuestra sociedad, y que el fanatismo religioso le ha hecho más daño a nuestra sociedad contemporánea que mil bombas atómicas.

Cuchillo de palo (108), documental escrito, dirigido e interpretado por Renate Costa, cuenta la historia de una persona que cometió el gran pecado de ser homosexual en medio de una sangrienta, demente y paranoica dictadura, la del general Alfredo Stroessnerin durante cuatro décadas en Paraguay.

El tío de Renate acabó formando parte de una lista de 108 personas sospechosas de ser homosexuales, lista en la cual no estaba el hijo del general ?la mayor “reinona” de Paraguay, en palabras de personas que tuvieron la desgracias de conocerlo- y desde ese momento su vida se fue tornando cada vez más triste, oscura y tortuosa.

No obstante, lo que más daño le hizo al tío de Renate no fueron las detenciones, ni las torturas, ni que sus allegados lo fueran apartando. Lo que acabó con su vida fue que su hermano, el padre de Renate, prefirió seguir idolatrando todo aquello que salía de la boca de los sacerdotes ?los cuales, por supuesto, apoyaron la dictadura- antes que preocuparse por la vida de su hermano.

Lo más triste son los silencios que quedan cuando Renate le pide una explicación a su padre en la cual no salga a relucir ningún dogma de fe, momento en el que al progenitor no le queda más remedio que quedarse callado.

Valiente, sincera, dura, tragicómica por momentos, Cuchillo de palo (108) es una andanada a la línea de flotación para aquellos que piensan que cualquier momento pasado, con dictador incluido, cualquier tiempo pasado fue mejor. Si después de ver esta película siguen pensando lo mismo poca esperanza le queda a nuestro mundo.

El tercero de ellos, Kohtaamisia, es una película que responde perfectamente al calificativo de joya del cine finlandés.

La película nos enseña una perfecta tela de araña tejida a base de relaciones personales de un grupo de protagonistas que, sin conocerse, tienen todos una mayor o menor influencia en la vida de los otros. La virtud de su directora, Saara Cantell, es no tomar partido por ninguno de los personajes, salvo por tres, una abuela, su nieto y una enfermera somalí. Estos tres personajes son los más lúcidos de toda la película y son los que, a pesar de las situaciones que se van desarrollando, logran que mantengamos la esperanza en el género humano.

Además, Cantell, responsable del guión, no se corta lo más mínimo en plasmar muchos de los problemas de este país, tal y como el racismo hacia las personas que bien han llegado del exterior o aún habiendo nacido aquí pertenecen a otra etnia; los jóvenes que no son capaces de aprovechar las ventajas que sigue ofreciendo la sociedad finlandesa; o las siempre difíciles relaciones maritales.

No obstante, la directora tiene el buen gusto de no descalificar a nadie más allá de los actos de cada uno. En la vida cada cual toma sus decisiones. El mejor ejemplo de esto es el broche de oro y piedras preciosas que la anciana le acaba dando a la enfermera somalí en vez de a su descerebrada bisnieta. Ese acto terminará por ser una especie de redención no sólo para la anciana, sino para una buena parte del resto de los personajes y resume muy bien la lucidez de la propuesta de la directora finlandesa.

Deseable sería que una película como ésta se pudiera ver en las pantallas españolas, pero, dada la enorme miopía demostrada por buena parte de las distribuidoras españolas, me temo que esto no sucederá.

Tal y como podrán ver tras este recorrido, si hay algo que hemos tenido presentes los asistes a Espoo Ciné 2010 ha sido la palabra realidad, con lo que el argumento con el que empezaba este artículo se cae por su propio peso.

Si el año que viene, durante el mes de agosto, tienen una semana libre, una buena opción sería coger un avión y venir hasta el Centro Cultural de Tapiola para disfrutar de la XXII edición del festival de Espoo Ciné. ¡A saber qué nos ofrecerán el próximo año!

Quisiera agradecer a Mr.Timo Kuismin, Mr. Mickael Suominen, Mr. Tuomas Riskala, Ms. Laura Gottlebn y Ms. Sana-Maria Nikula, así como a todos y cada uno de los voluntarios del festival su profesionalidad y el trato recibido durante los días en los que duró el evento.

Eduardo Serradilla Sanchis

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