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La Europa estancada
Se han dicho estos días, además y como siempre, muchas cosas acerca de si los resultados cabe o no extrapolarlos a unas generales; o de si son un castigo a Zapatero provocado por el desgaste del poder en medio de una crisis de envergadura, interpretación que desautoriza que no lo hayan sufrido los gobiernos conservadores de Sarkozy y Merkel; ni siquiera Berlusconi, lo que tiene tela. O el propio hecho de que Rajoy no lograra aplastar a los psocialistas cuando lo tenía todo a favor.
Yo creo que, para no perdernos en la barahúnda, deberíamos centrarnos en la baja participación electoral. No es una novedad pero sirve, al menos, para relativizar la victoria de la derecha en cuanto a su significación en las políticas nacionales, las únicas que importan, por lo visto. No se trata de desvalorizarla, ni mucho menos, sino de situarla en su contexto europeo que es donde tiene relevancia pues ha salido reforzada la tendencia a la derecha que ha dominado en los últimos años. Sin olvidar, claro, la entrada de grupos ultras, alguno claramente racista, que no aceptan a Europa como lugar de acogida. Ya veremos el juego que dan.
Pero esto resulta anecdótico ante la impresión de que la construcción europea sigue atascada y que tampoco la hubiera sacado de ahí una victoria socialdemócrata. Los euroescépticos, los antieuropeos declarados y los indiferentes, que los hay a derecha y a izquierda, avanzan y el triunfo de los conservadores ingleses es significativo: tras machacar a los laboristas de Gordon Brown, se plantean separarse del PPE, demasiado proeuropeo para su gusto. No faltan quienes auguran ya el fracaso de la UE, lo que debería preocupar ya que una parte muy sustancial (un 70%, dicen) de los asuntos que afectan a los ciudadanos en sus respectivos países se deciden en esas instancias. Lo que nos lleva a la paradoja de que sean las líneas de pensamiento liberal, causantes de la actual crisis, las que reciben el espaldarazo para continuar mandando en esa misma Europa que, como ha indicado el director de Le Monde al valorar la abstención, se rompe el culo para salvar a las empresas con fuertes inyecciones de dinero y no existe a la hora de echarle un cabo a los parados. Por no hablar de su vergonzosa actitud ante los conflictos internacionales.
El panorama es incierto. La abstención tendrá consecuencias, si es cierto el peso determinante que le atribuyen los analistas; en la construcción (o deconstrucción) europea y en la política interior de cada miembro. En el caso de España me temo que de no mejorar las cosas, de no enramarse los “brotes verdes” para darle sombra, Zapatero tendrá que dar marcha atrás a la política social de que presume y en la que se ha reafirmado durante los fervorines de campaña; sin demasiado éxito de público, a lo que se ve. La reforma del mercado laboral contra los trabajadores, la reducción o la eliminación de prestaciones de todo tipo y demás figuran en la letra chica y tapada de las exigencias del PP al Gobierno para que cambie su política económica. Sin especificar, claro, qué quiere cambiar. En los mítines, porque en las reuniones con empresarios son sus dirigentes muy explícitos si no hay micrófonos indiscretos. Pero ahora, con la derecha mejor instalada en el Parlamento de Estrasburgo y su proyección en las instituciones de la UE, al frente de las que continuará seguramente Durao Barroso, no sé si Zapatero aguantará el tipo. Son demasiados resortes en manos contrarias a la política social. A ver si aguanta.
En cuanto a la presidencia semestral española de la UE, será un calvario para Zapatero porque no es previsible que el PP afloje un punto; antes que los intereses españoles en la UE están los suyos por llegar a La Moncloa. Una situación que Zapatero se tiene merecida por su flojetud, que dicen los isleños de tierra adentro. Aunque en ocasiones se mostrara firme, ha reculado lo suyo en no pocos aspectos sustanciales. Suficiente para que muchos se abstuvieran el domingo. Como le han recordado, por ejemplo, los catalanes, entre los que se acentúa el llamado “cansancio” de España que ya alcanza incluso al PSC. El palo a Zapatero no son los resultados electorales sino lo que hay detrás y debajo. Y enfrente, la Europa atascada sin desatascador que la desatasque; con pocas perspectivas.
En Canarias, el comportamiento del electorado no ha sido diferente ni las lecturas posibles son demasiado distintas. Sólo queda ver si el chollo de los fondos europeos se acaba o no antes del tiempo previsto. Europa, la gran hucha.
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