Espacio de opinión de Canarias Ahora
Fiestas por Carmen Dolores Coello
Asistimos al reencuentro de pueblos desperdigados, de gentes que una vez al año vuelven a verse, a tocarse, a recordar los tiempos pasados; que no siempre fueron mejores, pero que están en la memoria de todos y son parte de la cultura, de las vivencias personales. ¡Aquellas risas que vuelven a serlo, con sólo el recuerdo! Anualmente la población necesita romper con la cotidianeidad y no hay mejor medicina -al parecer- que la celebración de las fiestas patronales, que en el caso de grandes pueblos ocasiona grandes gastos, e incluso, para algunos, sustanciosos dividendos.
Podrían hacerse multitud de críticas: desde el inexorable muerto de Los Sanfermines, a las sangrientas corridas de toros o el derroche de la quema incontrolada de verdaderas fortunas en fuegos artificiales. Pero está claro que son necesarias, como parte del esquema de relaciones humanas que conocemos.
Los herreños festejan este verano su Bajada de La Virgen de los Reyes y asumen casi como una obligación, el viajar a la isla desde el lugar de la Tierra en que se encuentren, desatando entusiasmos que quizás algunos no entiendan, pero se deben respetar escrupulosamente.
He tenido la oportunidad de participar de una pequeña fiesta en La Gomera, en el caserío de Benchijigua, bajo el patronazgo de San Juanito. Resulta agradable, e incluso emocionante ver como un pequeño pueblo -donde no vive nadie- se llena de gente durante los días de la fiesta. Familias, amigos y gente de fuera comparten unos ratos de cariño, amabilidad y recuerdos. Una vez cada 365 días. Si eres un urbanita como yo, te llega a resultar difícil entender, cómo pueden conocerse todos, cómo familias enteras viajan a la isla con el único propósito de celebrar su antigua fiesta.
Las costumbres se repiten con orgullo; los olores de la cocina tradicional, los sabores se unen a la institución en la que se ha convertido el uso de las orquestas de la isla, que han proliferado y de qué forma, en todo el archipiélago.
Por otro lado en un barrio cercano, el de Tecina, se realiza una fiesta semejante, salvo que ésa si que es una zona poblada, no obstante los vecinos que viven en otros lugares se dan un salto a la isla, aunque sea el fin de semana. Se despierta entre los de siempre el reencuentro y entre los de fuera el asombro de ver como una comisión de fiestas organiza tan bien el evento, sin el más mínimo problema de seguridad, incluyendo la cara de satisfacción del visitante extranjero que se ve agasajado por un repertorio culinario gratuito de excelente calidad; éstos son los hechos a mimar en lo que “al turista que viene a Canarias” se refiere
Resulta preocupante la evolución de algunos festejos hacia el dispendio, con galas a las que se presentan jovencitas que envejecen de golpe diez, o quince años -ignoro con que finalidad- usando vestidos y peinados horrorosos que lo único que consiguen es adulterar el auténtico protagonismo del pueblo y de alguna forma desvirtuar el verdadero valor antropológico que tiene la fiesta. Las concejalías de cultura y de fiestas de los distintos municipios deben estudiar minuciosamente las pautas que se siguen en estos festejos, para conseguir que se mantengan las tradiciones, aportado esa fugaz felicidad unos cuantos días del verano, todos se lo agradeceremos.
(*) Carmen Coello es secretaria de Formación de la agrupación local del PSC-PSOE de Santa Cruz de Tenerife.
Carmen Dolores Coello *
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