No obstante, ya es sabido, porque la experiencia nos enseña a aceptarlo, que en una democracia como la nuestra nunca se puede decir de esta agua –la del poder- no va a beber fulanito ni ya perdí de vista por un buen tiempo a menganito. Nada de eso. Los acuerdos y la aritmética, los pactos y las necesidades, viran las perspectivas lógicas y naturales con el desparpajo con que un cocinero bien entrenado vira una tortilla sin que apenas nos demos cuenta de cómo ha sido el volteo. Y dado que las cosas son así y no de otra manera, resulta que a un mes y pico de la consulta electoral quien ha ganado, realmente, ha sido el PP de don José Manuel Soria. Admitámoslo. Y no de chiripa, como el Real Madrid de los postreros y agónicos partidos de la última Liga, sino por goleada. La querencia inamovible de Paulino Rivero por la presidencia del Gobierno y la necesidad de pactar lo que fuese, ha demostrado que, puestos a envidar y a manejar el cañazo, Larry Álvarez le da mil vueltas a Barragán. Coalición ha logrado su objetivo, pero en la mesa de juego han barrido los populares: se han llevado la vicepresidencia, Economía y Hacienda –o sea, el manejo de los dineros-, Agricultura, Pesca y Alimentación, Turismo (la actividad más importante en el Archipiélago, la que produce mayor riqueza y empleo) y Sanidad (el departamento al que, junto a Educación, más recursos hay que destinar en los presupuestos). Machuca y limpia, oigan. Los tahúres que han sido capaces de tal prodigio de negociación afirman los tíos, tras el suculento reparto, que la legislatura se basará en la confianza mutua, Pues, yo, de Paulino, no me fiaría un pelo, porque estos son capaces de dejar al futuro presidente hasta sin calzoncillos, me temo. José H. Chela