¡Guárdenme un cachorro!

Vengo manteniendo desde hace mucho tiempo, que el mamotreto, -mamatreto- en su finalidad real, es un símbolo de corrupción y/o de indecencia, y ha sido, bajo mi opinión, planificado como una trama de libro para beneficiar a determinadas personas y empresas, aunque lo hayan adornado como de utilidad pública y ahora aleguen los muchos dineros públicos gastados para tratar de esquivar su imprescindible demolición. Y es que, obviamente, les va demasiado en ello. Nadie que trabaje para lo público con honestidad, puede argumentar razón alguna para mantenerlo en pie, no procede, nada positivo lo ampara sino todo lo contrario. Estamos ante un robo -prácticamente a mano armada- a lo público, ante un insulto a la razón y a la justicia, ante un atropello al Interés General y ante una brutal agresión visual negativa a un entorno muy importante y único que necesita justo lo contrario, vender su bonita imagen, como la que antes tenía. Sobran razones para su demolición.

Ayer mismo hice un recorrido en bicicleta que hace tiempo no hacía, desde la Plaza de España hasta la Playa de las Teresitas. Cansancio aparte, me dieron ganas de llorar al contemplar, en directo, todo el daño que le han venido haciendo a Santa Cruz unos políticos claramente empeñados en que no levante cabeza. Desde el mismo punto de partida, esa antaño señorial Plaza de España, hoy convertida, tras un gasto millonario de los dineros de todos arbitrados por los mismos de siempre, en algo del montón, eso sí, con unos exorbitados gastos de mantenimiento tipo lago de basura, pasando por el carril bicicleta, que aunque yo esperaba verlo ampliado y conservado después de tantos años, en realidad es toda una vergüenza, muy peligroso para sus usuarios y para el resto de las personas que transitan por sus alrededores, hasta la tortuosa llegada a la playa, en donde te tropiezas con ese indecente mamotreto que te impide la bonita visión de siempre. Y esto, si no terminas desistiendo, como algunos quisieran para que la triste realidad no fuera tan conocida, y te das la vuelta tras tantos impedimentos, abandonos y suciedad que te encuentras en el camino.

Me alargaría demasiado si relacionara todo lo negativo que te tropiezas en el recorrido, pero haré algunas referencias a largos rasgos. Pavimento deteriorado ya desde la propia Avenida de Anaga, con algún que otro agujero y olores que alimentan. Espacios que se estrechan, con anchuras del carril bici no mayores que un manillar, pues concesiones privadas tipo Club Náutico o Club Militar de Paso Alto no permiten mayor espacio a lo público, sin hablar del dinero gastado en soterrar bajo el nivel del mar la vía portuaria para esquivarlas. Ya en las proximidades de Valleseco, además del reciente pavimento ya hundido, toda una odisea montada para localizar los escapes de fuel de los que los vecinos llevan años quejándose. Proseguimos por un pavimento tan o más degradado, por el Balneario, María Jiménez Dársena del Este y Cueva Bermeja, con todo tipo de estrecheces y obstáculos en el camino. A continuación la Dársena de Pesca, con unas losetas que, ¡ojo!, sueltas muchas de ellas te pueden ocasionar un accidente fácilmente. Los dragos del recorrido, ya verán, en muy mal estado o perdidos muchos de ellos, algo que tampoco parece importarle al Ayuntamiento, posiblemente porque no dan dinero. Y finalmente, desde San Andrés a Las Teresitas, ¡de pena!, y encima el mamotreto que no sólo te impide la visión, sino también el paso y el disfrute de esa parte de playa de la que se ha apropiado. Acabo preguntando, ¿y a esto se llama gobernar para el Pueblo?, ¡guárdenme un cachorro!

* Presidente de la Plataforma de Defensa del Puerto de Santa Cruz

Cándido Quintana*