Espacio de opinión de Canarias Ahora
La guerra de las cuñas
La cuña denota pobreza política e intelectual en la tónica de responsabilizar a Madrid de todo. No seré yo quien rompa una lanza por La Moncloa, pero me pregunto qué parte de la responsabilidad de lo mal que andamos corresponde al Gobierno de Canarias que cuenta con amplias transferencias por gestionar. Esto hace, no lo olviden, que Madrid ya no sea el chivo explicatorio (o expiatorio, según) absoluto para ocultar disparates y carencias autonómicas.
Se ha planteado en algún círculo contracuñas en que la supuesta llamada sería al Gobierno canario. El contestador respondería que “si es usted uno de los nuevos millonarios, en especial especuladores y cementeros, no hace falta que llame: basta que ordene la transferencia en la forma acostumbrada; y pulse 1, 2 ó 3 si quiere hablar con Paulino, con Soria o cualquier otro miembro del Gobierno; pero si es usted un parado de larga duración, un enfermo en lista de espera, un profesor de secundaria, un pequeño empresario no subvencionado o cualquier otro tipo de dolorido, espere sentado; y si es inmigrante o canarión no comprendido en el epígrafe de grandes fortunas, se le agradecería que no vuelva a llamar y deje de molestar”.
Hay variantes sobre el mismo tema para montar una guerra de cuñas radiofónicas de aquí te espero. De las que unas se seguirán pagando, como siempre, con dinero público, y otras, las contracuñas, correrían por cuenta de quienes accedan a rascarse el bolsillo a escote.
Creo que el asunto se comenta solo. Es una forma de hacer política indignante. Y no porque sea rastrera, que lo es, pues no cabe esperar otra cosa de estos tipos sin escrúpulos, sino por lo que tiene de demagógico desprecio de nuestras inteligencias y por la confianza depositada por el poder político en la ignorancia popular, que procura estimular como extensión de la propia, para obtener réditos electorales y continuar con el negocio. Una falta de respeto a la dignidad del pueblo que dicen defender.
Las contracuñas, a mi entender, sería descender al nivel tercermundista bananero de estos sujetos impresentables. Da vergüenza.
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