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Hablemos de Haití

Juan García Luján / Juan García Luján

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Atentos al Fondo Clinton-George W. Bush, fíjense en la foto. El conde drácula acaba de abrir un banco de sangre y parece dispuesto a donar a Haití parte de la sangre que le arrebató en los últimos años. Ahora que aparece en escena Mr Bush es bueno recordar que lo último que hizo por Haítí desde la Casa Blanca fue frenar un préstamo destinado al agua potable. No se han calculado cuántos niños murieron por ese chantaje. Pretendía el expresidente que nadie pusiera obstáculos al proyecto de un campo de tiro, que se llevó por delante 50 edificaciones y tiene en proyecto tirar a bajo otras cien casas más, un terremoto programado.

Recordemos también a Jean-Bertrand Aristide, que llegó a la presidencia de Haití como la gran esperanza negra, y en el primer mandato de George W. Bush la CIA le montó un golpe de Estado. Arístide, un cura que fue expulsado de la orden de los salesianos por luchar contra la dictadura, dejó de ser un presidente bueno por rechazar los planes de privatización de empresas públicas que el Fondo Monetario Internacional quería imponer a Haití. Los médicos de la Casa Blanca aplicaron al presidente Aristide en 2004 la misma receta que a Chávez en 2002 o a Zelaya en 2008. La campaña internacional de Francia y Estados Unidos contra el presidente Aristide culminó en el golpe de Estado y su expulsión por la vía militar.

Pide Barack Obama dinero al pueblo norteamericano para Haití. Otros gobernantes también llaman a la solidaridad. ¿Por qué piden dinero al pueblo?¿Por qué no hicieron lo mismo cuando sacaron dinero del Estado, sin permiso del pueblo, para salvar a los bancos?¿Sabían que la gente no estaba dispuesta a salvar los bancos? La historia debe ayudar a entender las cosas.

Porque un terreto de 7 grados no causa 100.000 muertos si las infraestructuras de un país son seguras. Pero la pobreza de Haití no la causan los terremotos, sino el seísmo permanente de un imperialismo que no permite a los pobres salir de la miseria, una sucesión de dictadores corruptos y gobernantes títeres patrocinados por Washintong y París. En Puerto Príncipe los pobres que no tienen nada usan los cadáveres como barricadas. La historia de este país de negros que gritaron libertad antes de lo previsto es la historia de una opresión permanente. Haití, como México, tan lejos de dios y tan cerca de Estados Unidos. Bueno, no debí nombrar a dios para que el obispo de San Sebastián no se nos entrometa y nos recuerde que más vale ser negro enterrado bajo los escombros que ser blanco y tener unos diputados que aprueban una ley sobre el derecho al aborto.

Con todos mis respetos a los cooperantes, el drama de Haití no lo arreglan las ONGs, contaban en The New York Times que antes del terremoto ya era el país con más ONGs per cápita del mundo. Tampoco salvará a Haití el FMI ni el gobierno de Estados Unidos, que lo único que han hecho hasta ahora es empobrecer más a la isla caribeña. Pero quiero suponer que la solidaridad ahora, a corto plazo, servirá para algo. Estaría bien vigilar en qué cuentas corrientes ingresamos el dinero. Porque hasta el PP de Mariano Rajoy promociona en su web una cuenta corriente a favor de Haití. Haití nos necesita, pero cuidadito con las sucias manos que se pueden meter en medio. Y más cuidado todavía si las manos que se meten son las de Mr. Clinton o Mr Bush, que están manchadas de sangre haitiana.

PD: Extraordinaria la crónica en directo este lunes de Nicolás Castellano en el programa 'Hoy por hoy' de la cadena SER. Una crónica con todos los matices, aclarando cada palabra, cada verbo, contando por ejemplo que lo que se llama pillaje es la reacción de los supervivientes que no tienen nada. Y con acento canario sin complejos, que se echa de menos en algunos medios de las islas.

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