Espacio de opinión de Canarias Ahora
Hagamos un pacto
Una buena parte de la sociedad canaria ha clamado a gritos un cambio radical en la administración de la cosa pública desde hace años. Se ha visualizado de manera nítida en las urnas tanto en 2007 como en 2008. Ha sido el PSC el depositario de esa confianza de los ciudadanos. Confianza en hacer las cosas distintas al modelo clientelar CC-PP. Confianza y esperanza en convertir a las Islas en algo un poquito diferente a lo que el binomio político-empresario ha acostumbrado al común de los mortales. A la negociación del cargo público con el capital privado. Sea legal y transparante u oscura e ilegal.
Es lo que se denomina el sistema. Y el sistema apesta desde Tindaya hasta Las Teresitas, desde El Rosario hasta Mogán, de La Gomera a Fuerteventura. Y dentro del sistema, claro, el PSC es una pata importante, que ha asistido en estos tres lustros desde la barrera al bochorno que han dado y dan los gobernantes de este Archipiélago. Ahora, el PSOE canario abre un debate más profundo que dirigir un partido sin mano izquierda y desde el móvil. Lo que se plantea el socialismo es qué quiere hacer en 2011: tender puentes a CC para gobernar su parte o ganar una mayoría como nadie nunca lo hizo antes.
A estas alturas, propongo un pacto. Un pacto entre el partido que ilusionó a la mayoría de electores y los ciudadanos. Y ese pacto es sencillo de trazar pero complicado de cumplir. Implica cambiar la forma de manejar el dinero de todos. ¿Es el PSOE canario ahora gobernante en el Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria y en el Cabildo de Gran Canaria el modelo de gestión a implantar en la Comunidad, ya sea con una victoria como nadie nunca lo hizo antes o en alianza con CC? ¿Cambiaría algo Canarias si no se erradica eso tan feo, también incrustrado en el PSOE, de recibir al empresario con una alfombra roja y dar esquinazo al trabajador? ¿Aplica el PSOE el manual de Juan Fernando allí donde gobierna?
Hagamos un pacto, señores socialistas: salgan a la calle, como exige Soria a sus cargos -es que me parto- y pregunten a la gente. Salgan a la calle y apliquen a la práctica de sus gobiernos la teoría de López Aguilar. Salgan pronto porque el tiempo pasa que es una barbaridad. Y se encontrarán con un panorama sombrio. Porque no sólo da la impresión de que ha pasado la ola de euforia que el mensaje de JFLA desató en una mayoría del pueblo canario, por culpa de la gestión diaria de sus compañeros en instituciones públicas ávidas de un aire fresco tras una década de soriasis. Da la impresión, sin encuestas en la mano pero al tacto de la gente, de que todo el pescado ya está vendido para que nada alternativo al sistema podrido levante más cabeza en veinte años. Si no hacemos a tiempo un pacto.
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