El hervor

Pero, resulta que los argumentos del político popular (por las siglas de su partido, no por el grado de conocimiento entre los votantes, mal que le pese) para defender una idea tan curiosa, resultan bastante peregrinos: la medida, asegura, sería un paso crucial para acabar con la prostitución en las calles de la ciudad. Cruces se hace uno. Las izas y colipoterras que callejean por vías muy concretas del Chicharro no son, precisamente, las que se publicitan en la prensa. Éstas no pasean sus palmitos a la intemperie y con nocturnidad, sino que brindan sus servicios en chalés y pisos muy concretos o acuden a domicilio para prestarlos. El invento, añade Ángel Llanos, evitaría que los menores tengan acceso a la prostitución, y tampoco se imagina uno a un menudo telefoneando para que una señora de la mala vida, que se decía antes, venga a visitarle al cuarto de su casa o tocando en la puerta de un salón de masajes a ver qué le hacen. Al candidato le preocupa también que los centros de tratamiento de drogadictos se ubiquen en zonas residenciales (con la cantidad de barriadas y sitios chungos periféricos que hay en la ciudad) y que se dejen los utensilios de drogarse por ahí. Cuando él sea alcalde, el que olvide una china o una jeringuilla en un banco público, será enchironado por los guindillas, dice. Y, en fin, como ahora está tan de moda entre los políticos anunciar acciones que no pueden acometer o resolver asuntos que quedan fuera de su alcance (Nacho González, por ejemplo, promete acabar con los contratos basura), Llanos asegura que, bajo su mandato, todo extranjero extracomunitario sin permiso de residencia que se meta en un jaleo, será expulsado del país. Ni leyes de extranjería ni ministerios correspondientes ni subdelegaciones de gobierno ni nada. ¿Fletará él mismo los aviones?... No sería la primera vez que un alcalde hace eso en las Islas. En fin, lo dicho. Que lo del hervor no le vendría mal, a ver si recupera el agüita que le falta el susodicho

José H. Chela