Espacio de opinión de Canarias Ahora
Histeria
Se suceden las noticias inverosímiles referentes a una epidemia que será de gran morbilidad en un mundo global, pero cuyos efectos letales, reconocidos por la ciencia médica, no serán mayores que los de la gripe habitual de todos los inviernos: unos veinte mil muertos en Europa. Con la salvedad de que, en las gripes normales, anuales, los que fallecen son individuos de escasas defensas, predispuestos por enfermedades coetáneas y generalmente ancianos, al cabo que el virus de esta gripe tiene preferencia por los jóvenes, mucho más resistentes, por lo que la letalidad será mínima salvo en capas sociales desprotegidas desde el punto de vista sanitario, cosa que no se da en España.
Leo con estupor que el presidente de Méjico aconseja a millones de ciudadanos no salir de sus casas, como si el virus se detuviese en los portales de los edificios y no penetrara por abiertas ventanas y respiraderos. Aseguran que veinte españoles se encuentran encerrados en un hotel de Hong Kong, lo mismo que si fuesen leprosos con pústulas abiertas o sidosos en fase terminal, desahuciados. Observo por TV a miles de personas portando mascarillas inútiles, pues el virus se cuela por todos los resquicios aéreos y atraviesa los poros del papel o las telas de cualquier clase.
Leo, incrédulo, que un avión de United Airlines que partió de Munich hacia Washington fue desviado a Boston ante la sospecha de que una pasajera que había tosido y estornudado fuese portadora del ya popular virus, el A/H1N1. ¿Por qué a Boston y no a Filadelfia? ¿Es que los bostonianos son más heroicos y resistentes al virus que los filadelfianos? Conozco estupefacto que, lo mismo que en La Peste de Albert Camus, los cien estudiantes valencianos que regresaban de Cancún han terminado una peculiar cuarentena impuesta por su Consejería de Sanidad, la cretina, consistente en estar encerrados en sus casas sin recibir visitas, con mascarilla, las ventanas cerradas y aire acondicionado el que lo tenga. Ignoro si pudieron abrir las ventanas del retrete tras el acto fisiológico de la defecación. El encierro ha terminado pero no el tratamiento: a pesar de no presentar sintomatología deberán tomar Tamiflú, un antiviral que no es barato, un mínimo de diez días.
Las azafatas españolas se contagian no del virus, sino de la histeria. Se sienten desprotegidas al no poder usar guantes de goma para servir las comidas de a bordo cuando los pasajeros sí pueden. Compañías como Air France, empujadas por las quejas de algunos tripulantes, estudian la posibilidad de no volar a México. Yo he decidido ver el telediario quince minutos después de iniciarse, para no contemplar los despropósitos que origina una enfermedad hasta aquí banal y que no tiene, con nuestros actuales medios, por qué dejar de serlo. Paso directamente a las trifulcas políticas y enseguida a Nadal, que me reconforta cantidad con su reflejo de rascarse el trasero y su inmenso repertorio de golpes: drives, boleas, globos y reveses liftados. Nadal: eres el número uno sobre todo por saber ganar, cosa nada fácil.
Con la gripe porcina y el vapuleo al Real Madrid ?pactado entre Montilla y Zapatero en cláusula secreta en el nuevo Estatut-, ha dejado de hablarse de la brutal crisis económica que nos golpea, y por ahí van los tiros. En la última reunión del G-8 el tema estrella ?naturalmente oculto a la opinión pública como los misterios de Fátima- fue el invento de algo que distrajese a la opinión, a los desempleados y hambrientos del mundo de la triste realidad. Mis espías camboyanos me aseguran que fue Berlusconi, il caballiere, de jeta estirada y recauchutada por la cirugía estética -qué bello es saber envejecer con dignidad- quien, asesorado por una de sus deliciosas modelos ministras, parió la idea de la gripe con la inmediata y entusiasta aprobación del resto de estadistas, todos abrumados en sus respectivos países por la que está cayendo. Al parecer algunos de los pesos pesados de la industria farmacéutica y grandes papeleras ?se habla de Bayerik repetabs, Maxilever tisues y de Papeleras del Altube, un pequeño afluente del Nervión en tierras vascas- estarían interesados en cooperar en propalar el bulo, magnificándolo, de forma que sus industrias no sólo saliesen de la crisis sino que ganasen un pastón, necesario para pagar las comisiones y acallar a las mafias de la droga que, con la crisis, están ingresando y matando menos.
El problema es que, una vez funcionando la patraña, ya no puede pararse. La gente, incauta, gregaria, informada sesgadamente y teledirigida en plan ciudadano Kane, comprará las mascarillas a no mucho tardar. Se acabarán el Tamiflú y, de rebote, antivirásicos y antibacterianos. Las multinacionales farmacéuticas se frotan las manos. Ya están subiendo en bolsa las acciones de aquellas compañías. Antiguo y modesto inversor del parquet, os aconsejo que entréis en Maxilever y Balyerik. Los más hipocondríacos se encerrarán en sus casas o huirán al monte, como el año 2000 los que creyeron en las profecías de un modisto español radicado en París, Paco Rabanne, el mentecato, que se rapó la cabeza para contemplar el final de los tiempos. Fue tal su sonrojo y vergüenza, el subnormal, al ver que no pasaba nada, que estuvo sin volver a la orilla del Sena cuatro años para descanso y ahorro monetario de sus fans.
Tengo un amigo mejicano que está cambiando de acento y ya no dice ahorita por temor a que lo aíslen en una burbuja de cristal y le coloquen escafandra. Y es que desde el Medievo el terror al contagio forma parte de nuestro subconsciente. Es uno de los fantasmas que han arraigado en lo más profundo del ser humano. Si al miedo escénico que todavía provoca la lepra se aúna la estulticia interesada de nuestros gobernantes, vamos de ala. Dios nos coja confesados. Amén.
Antonio Cavanillas *
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