Espacio de opinión de Canarias Ahora
Hospitalidad
Una coña. Pero, resulta significativo que, ojeando la prensa de ayer, uno se encontrase con dos noticias no ajenas al asunto. En una entrevista, el gerente del patronato de turismo de Lanzarote afirmaba que en la Isla se ha perdido precisamente la hospitalidad. La otra consistía en unas declaraciones de algún representante de la patronal palmera lamentando la existencia de “carencias” en el trato que el turista recibe en la Isla Bonita, trato que afectaba al turismo de calidad que se pretende. Hacen bien, en estos momentos de crisis, los responsables políticos, técnicos y empresariales al poner el dedo en una de las llagas que supura la realidad de lo que estamos ofreciendo a quienes nos visitan. Los casos de Lanzarote y La Palma son, además, auque distintos, sintomáticos y evidencian ciertos defectos del modelo al que cada vez se le ve con mayor pavor los pies de barro en que se sostiene. En el caso de la Isla conejera, no es que se haya perdido sólo la hospitalidad, como sostiene con objetividad Héctor Fernández. Es que se ha perdido la identidad y la personalidad. En la vieja identidad estaba lo hospitalario. El personal foráneo ha fagocitado, con el beneplácito de los responsables del sector, los servicios relacionados con la primera industria de la Isla y ese personal, amén de su incapacidad para ofrecer autenticidad, no tiene el menor interés en involucrase en la calidad de su trabajo: forma parte de una descomunal bandada de aves de paso que igual pueden trabajar allí que en cualquier otro destino. Convertir, encima, en funcionarios a quienes atienden los centros de más atractivo turístico adscritos a la administración pública, no es un acicate para las ansias de superación de unos empleados cuyo sueldo no peligra lo hagan como lo hagan. Si lo hacen mal, se van a la huelga y santas pascuas. En cuanto a La Palma, los aspavientos de la patronal son, una vez más, inconsecuentes. SI hay carencias en el trato a los turistas es por culpa de un empresariado despreocupado por la formación de unas plantillas huérfanas de alicientes laborales. Sé que es una simplificación en la que se puede profundizar muchísimo. Para mal de quienes se sitúen en el ojo del análisis, por supuesto.
José H. Chela
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