Espacio de opinión de Canarias Ahora
Ignacios
Ignacio González, el viejo, como le llaman con ánimo peyorativo sus enemigos, se puso tras el estrado de los oradores para comentarnos su balance anual. Cuando lo hizo, ya sabía que la querella de la fiscalía anticorrupción en torno al caso Las Teresitas había sido admitida a trámite por el TSJC. Pero, si alguien esperaba que el veterano empresario pasase de puntillas sobre el tema o que lo sortease, se llevó una sorpresa. El presidente cameral pronunció un extenso alegato sobre su honradez y su inocencia y aprovechó para sugerir incluso, la necesidad de dotar a la patronal de un código ético empresarial que convirtiese en más transparentes y fluidas las relaciones con las administraciones públicas. No voy a insistir en el contenido del discurso, porque Canarias Ahora ya publicó lo fundamental de su contenido antes de que uno llegara a su despacho para ponerse a escribir este artículo. Digo sólo que fue oportuno, aparentemente sincero y valiente, además de bien acogido por la audiencia (ningún juego de palabras respecto a la Justicia). El tiempo y los tribunales dirán lo que tengan que decir y sabido es que muchos pelotazos, aunque lo sean, no hay modo de agarrarlos legalmente. En cuanto al anuncio que le hice al otro Ignacio, iba en serio. Por una vez, estoy de acuerdo con él cuando dice que el Ayuntamiento de Santa Cruz ha perdido el norte en lo que al carnaval chicharrero se refiere y cuando pide que se designe a gente del país, que la hay muy valiosa y competente, para dirigir la Gala de Elección de la Reina. La cosa viene a cuento de que, para la edición venidera, se le ha encargado el trabajito a Rafael Amargo, un coreógrafo de postín, sin duda, reconocido artísticamente en todo el planeta, pero que lo ignora todo en lo que se refiere a nuestras fiestas más populares y es ajeno a la idiosincrasia de las carnestolendas insulares. La cosa viene también porque se ha hecho público lo que cobrará el afamado bailarín por realizar la tarea: un millón de euros, que es una pasada. Una pasada total, aunque Ignacio olvide puntualizar que en ese millón van incluidos algunos onerosos detalles técnicos del espectáculo, como la luminotecnia y el sonido. Que se trata de un derroche parece claro. Que los munícipes santacruceros gestionan cada vez más disparatadamente el carnaval es una verdad incuestionable. Lo que ocurre es que son muchos más los aspectos de prodigalidad innecesaria a costa de las arcas públicas y demasiado numerosas las cancaburradas que se cometen en la organización y en los gastos de esos tenderetes carnavaleros excesivamente oficializados. Habría que profundizar más en las denuncias y en eso estaremos en cuanto empiecen a acercarse las fechas de la movida. Es una promesa. José H. Chela
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