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Igualdad de la mujer. Lucha de clases o lucha feminista por Dina Reboso
En relación a los movimientos feministas no conseguía identificarme del todo con ellos, fundamentalmente porque las feministas que conocí, luchaban en contra de los hombres y yo no podía compartir ese punto de vista. Yo sentía que nada tenía que ver con las mujeres de los empresarios, de los terratenientes, que en esa época no trabajaban y disfrutaban del dinero conseguido por sus maridos o padres a base de explotar y exprimir a los campesinos y trabajadores que tenían que vivir entre la miseria, sin derecho a una sanidad, sin posibilitar accesos a los estudios de sus hijos y la mayoría abocados a la emigración, primero a Cuba, después a Venezuela y por último a Europa central y si me identificaba con todos los explotados, independiente de su sexo, raza o religión.
Sin embargo, hoy después de más de 40 años de lucha, creo que tal vez estaba equivocada y hubiera sido mejor compaginar ambas luchas. Por una parte luchar con todos los trabajadores, para conseguir democracia, libertad, condiciones laborales más justas y por otra parte luchar junto a las feministas para acabar con todas las lacras que éstas sufrían (derecho de pernada, en uso no hace demasiado tiempo aún en La Gomera, acosos sexuales en las fábricas fundamentalmente de empaquetados de plátanos y tomates, donde unas veces los dueños pero otras veces el simple capataz se sentía con derecho a tratar a las mujeres como algo para usar y tirar, etc, etc) y conseguir cotas de igualdad con los hombres en todos los ámbitos.
Esta duda me viene porque después tantos años, en el momento actual, la desigualdad de las mujeres sigue siendo notoria. Por supuesto que no voy a comparar la situación de las mujeres en canarias, con la situación de las mujeres en países africanos, asiáticos o sudamericanos. En esos países la diferencia entre hombres y mujeres es mucho peor, lo que en el fondo avala mi tesis.
En las grandes y medianas empresas, los puestos de responsabilidad están en manos de los hombres, en algunas empresas ponen a unas cuantas mujeres en mandos intermedios solo para cubrir las apariencias. Hace unos meses leí unos artículos muy interesantes en la revista de El País, de historias de mujeres que ocupaban primeros puestos en empresas de informática, en investigación, Ejército, medicina, etc, etc, como un claro ejemplo de a dónde estaban llegando las mujeres, no pasaban de 10 las mujeres cuya biografía recogía la revista, parece un chiste. El día que deje de ser noticia que un puesto importante sea ocupado por una mujer, en ese momento tal vez, se haya conseguido que el mismo porcentaje de población se transfiera al mundo del trabajo.
Pero aún seguiría habiendo otras formas de discriminación. La mujer en el trabajo tiene que trabajar más y mejor que los hombres, para conseguir que se le respete como profesional, cualquier fallo, que a un hombre no se le tendría en cuenta, a una mujer se le resalta y aún hay muchos sitios, a pesar de la ley de igualdad, en que a igual trabajo peor salario para la mujer.
Cuando llega a casa, si tiene una pareja e hijos, es la mujer la que tiene que organizar el trabajo, la limpieza, la comida, la compra, llevar la cuenta de las vacunas de los hijos, etc., esto contando con que la pareja colabore con las tareas de la casa y no sea el típico machista, que los hay a montones y de todas las ideologías. El mayor machista con el que yo me he encontrado dice que era de izquierdas.
Si un hijo se pone enfermo, siempre es la mujer la que falta al trabajo, es la que tiene que buscar quien se quede con él, nunca, salvo excepciones, se le ocurre al padre faltar al trabajo porque el niño/a se ha puesto enfermo. La otra alternativa que tiene la mujer para poder realizarse profesionalmente es, no formar pareja, o en la mayoría de los casos, retrasar el nacimiento de los hijos más allá de la barrera biológicamente aconsejable.
Mi conclusión final, es que probablemente sea necesario que los movimientos feministas se rearmen y continúen su lucha, para que podamos seguir avanzando, si no es así nunca llegaremos a una igualdad total en la vida real, eso sí, se trata de luchar para conseguir derechos para las mujeres sin quitárselos a los hombres
(*) Dina Reboso es licenciada en Psicología y sindicalista Dina Reboso *
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