Impunidades peperas

Sospechas las hubo, por supuesto. Reforzadas porque el PP no permitió nunca a la oposición estar en la Comisión de Contratación para guisar y comérselo todo él solito, sin testigos. Y como, encima, contaba con quienes atribuían las denuncias a malquerencia contra Soria y Luzardo, la cosa se paró. Y ahí tienen a Luzardo, en la oposición, haciendo críticas y recomendaciones a Saavedra acerca de la forma en que debe desfacer los entuertos que le dejara ella misma.

Los módulos de Isolux estuvieron meses sin funcionar. Y Luzardo, ineféibol, explicó que era debido a que les faltaba “un interruptor”. No sé cuánto le llevaría encontrar un hueco para pasarse por la ferretería, pero, al fin, se puso el “interruptor” y pegó a funcionar el artilugio hasta que reventó un motor. La chapuza había sido consumada.

Con la producción reducida, hubo que recurrir a la compra de agua del acuífero agonizante. La idea de evitar su sobreexplotación para permitirle recuperarse se fue a hacer puñetas junto con la inversión realizada, a la que deberá añadírsele ahora unos cuantos ceros; a la derecha, of course. Y tan contenta que sigue la ex alcaldesa como si nada fuera con ella.

Hacer las cosas mal debe crear hábito. La depuradora Las Palmas-Telde lleva años terminada y sin funcionar. El sistema que se empeñaron en instalar (¿por qué?) tiene unos costes de producción inasumibles. Unos cuantos millones de euros más tirados a la basura y riégate, agüita.

Pero ahí está Luzardo disfrutando de la impunidad de los mandarines a quien nadie pide cuentas no por los errores, que siempre los habrá, sino por una mala gestión bajo sospechas razonables. Cree el PP soriásico que la gente es boba cuando sólo resulta ser algo desmemoriada y poco rencorosa para exigir responsabilidades.

Me he preguntado a veces si a la ex alcaldesa le falta un agua; o dos. Pero no: ella es como es y se atiene al manual del PP, que recomienda echarle cara a lo que sea. Y más al contar ahora con el refrendo de los obispos. Palabra de Dios.