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Al final de la primera quincena de este mes de mayo coincidieron en el tiempo dos hechos que han puesto de actualidad la difícil situación por la que atraviesa este país, sometido a un Gobierno débil que no sabe plantar cara a los que desde fuera condicionan nuestro futuro e incapacitado para propiciar una alternativa económica que alumbre ilusiones a los millones de parados, excluidos sociales, pymes, clases medias y a la pluralidad de los agentes sociales.

Diego Martínez Santos es un joven físico gallego que lleva varios años trabajando fuera de España. Al tener conocimiento de que la Secretaría de Estado de Investigación del Ministerio de Economía pretendía seleccionar 175 plazas, para trabajos de investigación en España, a través de las becas Ramón y Cajal, presentó su inscripción a la convocatoria. Mostró como aval sus tres años de trabajo en el Laboratorio Europeo de Física de Partículas (CERN) de Ginebra y su empleo actual en un instituto de parecidas características, el Nikhef, de Holanda. El mismo día que la Sociedad Europea de Física le concedía el premio al mejor físico joven del continente, el Ramón y Cajal rechazaba su contratación por carecer de “liderazgo internacional”.

Por las mismas fechas, la prensa internacional se hacía eco de que, por primera vez en la historia de la ciencia, en la Universidad de Salud y Ciencia de Oregón (EEUU) se había conseguido obtener, mediante clonación, células madre embrionarias humanas. Hurgando un poco más en la noticia, se descubrió que una de las científicas que había participado en el hallazgo era la joven española Nuria Martí. Esta valenciana, especialista en reproducción asistida, trabajaba en el Centro de Investigación Príncipe Felipe de Valencia, en el laboratorio de Miodrag Stojkovic, el primer europeo que clonó un embrión humano con fines terapéuticos, hasta que fue despedida por un ERE. Supimos entonces que el Gobierno valenciano en 2011 redujo a la mitad los presupuestos de este centro de investigación (de 9,8 millones anuales a 4,6), lo que forzó el despido de 133 de los 244 de sus trabajadores. Según declaró a la Cadena Ser esta científica, desde que tuvo conocimiento de la pérdida de su puesto de trabajo envió su currículo a Oregón y “al día siguiente me contestaba mi actual jefe aceptándome. Nuria, como tantos otros afirma que le da ”mucha rabia verse obligada a cambiar de vida“ y descarta regresar si las cosas no cambian.

Son dos ejemplos significativos, pero desgraciadamente no son hechos aislados. Son los jóvenes españoles que disfrutan de la “movilidad exterior” que tanto alaba Fátima Báñez. Son los excedentes necesarios para alcanzar la calidad según argumenta Carmen Vela, secretaria de Estado de Investigación, Desarrollo e Innovación, que afirma que España “necesita cambiar el número de investigadores, manteniendo y mejorando la calidad de los contratos, mientras reduce su cantidad. (?) El sistema no es lo suficientemente grande como para justificar el pago de tantos investigadores como lo hace actualmente”. Son “los impulsos aventureros de la juventud” según la secretaria de Estado de Inmigración y Emigración o la fuga de cerebros “que nunca puede ser considerada negativa en un mundo globalizado” según el ministro Wert, que remata la boutade afirmando hace muy poco en el Senado que el que los investigadores españoles tengan que salir del país para ejercer no es algo “negativo”. La realidad es que miles de jóvenes, formados en nuestras universidades, con un altísimo coste para el Estado, se están viendo avocados irremediablemente al paro o al exilio

En estos días, los miembros de la Carta de Ciencia, que combaten los recortes a la I+D+i, apoyados por la confederación de Sociedades Científicas de España, la Conferencia de Rectores de las Universidades Españolas, la Federación de Jóvenes Investigadores, la Plataforma Investigación Digna y los sindicatos UGT y CCOO, han vuelto a denunciar que estamos ante el “desmantelamiento de un sistema que ha costado décadas crear y ante la amenaza del abandono de líneas de investigación y de desarrollo tecnológico que son punteras”. Según estos colectivos la inversión pública en I+D se ha reducido en España en un 40% desde 2009 hasta la actualidad (casi 4.000 millones menos). Esta situación, aseguran, “llevará a España al colapso. Y no hay mucho tiempo para la reacción”. La FJI asegura que mientras en España la proporción de investigadores sobre la población activa es de 9,6 por cada mil habitantes, en la UE es de 10,4 y en Alemania de 12,7. “Sería interesante saber”, se preguntan, “cuántos de ellos son investigadores formados en nuestro país que se han visto obligados a partir, ante la imposibilidad de continuar su carrera científica”.

El gasto global de España en investigación y desarrollo se sitúa en torno al 1,3% del PIB mientras que en el conjunto de la UE equivale al 2,1%, con porcentajes muy superiores en países como Finlandia (4%), Alemania (2,8%) o Francia (2,2%). Para la Confederación de Sociedades Científicas de España (Cosce), los recursos destinados a I+D+i en los Presupuestos Generales del Estado del 2013 han descendido a niveles del siglo XX, mientras Alemania ha comprometido un incremento anual hasta el 2015 del 5%. Para el coordinador del Consejo Superior de Investigaciones Científicas en la Comunidad Valenciana, José Pío Beltrán, “el comportamiento del Gobierno de España en estos momentos está generando un tsunami sobre el sistema de I+D+i español, del que solo se observan, por ahora algunos de sus desastrosos efectos”.

Según el último informe INNOVACEF elaborado por la Universidad a Distancia de Madrid y el Centro de Estudios Financieros, con la colaboración de la FJI, el Colegio Oficial de Físicos, la Comunidad de Científicos Españoles en Reino Unido y la Sociedad de Científicos Españoles en la República Federal de Alemania, el 80% de los jóvenes investigadores españoles en el exterior no se plantea regresar a España (como dice Margarita Salas: “no les puedes decir vente si no les puedes ofrecer nada) y el 81% tiene altas posibilidades de marcharse al extranjero. Y califican con 4 sobre 10 la confianza que les transmite el sistema nacional de I+D+i frente a un 7 para Francia, 6,6 para Reino unido y 6,2 para EEUU. En la actualidad más de 2.300 científicos españoles se encuentran trabajando en Inglaterra y Alemania según estos investigadores expatriados que se han unido, al margen del Gobierno, en las dos asociaciones antes citadas, para fortalecer las colaboraciones científicas entre ellas, facilitar la llegada de nuevos científicos a estos países y servir de portavoz de los investigadores españoles ante las instituciones nacionales o internacionales.

En apenas un par de años todo un sistema de prestigio internacional, garante de futuro, se ha venido abajo como un castillo de arena. Es absolutamente imposible plantear la búsqueda de un nuevo modelo económico desde estas premisas de recortes brutales a la investigación, la innovación y el desarrollo. Y es que como dice el vicerrector de Investigación de la UCM, Joaquín Plumet, “la excelencia no se puede conseguir sin una masa crítica de investigadores”. Jubilan forzosamente a los médicos con más bagaje y experiencia; nuestras empresas de energías renovables se tienen que ir al exterior para redefinir su futuro; hunden la economía social desmantelando los servicios sociales; desechan la economía verde y sostenible; desprecian a nuestros científicos; se someten a las órdenes de recortes y ajustes que marca la troika; vagan perdidos en un “es lo que hay” deprimente; desmantelan y dejan en manos de unos pocos el futuro del Estado?

Muy poco se puede esperar de un país que desprecia irresponsablemente la educación, la ciencia, la investigación, la innovación y el conocimiento. Que lo fía todo al turismo a cualquier precio, al ladrillo y a la exportación de productos abaratando su producción al recortar los salarios y los derechos laborales de sus trabajadores. Para el prestigioso economista Joseph A. Schumpeter, “en la naturaleza de la innovación está implícito el vértigo de emprender grandes cambios para poder dar grandes saltos. El mejor camino para que una nación se proyecte mejor en el futuro es que, definitivamente, asuma que solo innovando podría alcanzar a los países más prósperos”. Pero esto no va con ellos.

PD.- Después de haber escrito este artículo, me llegó un correo electrónico, remitido inicialmente desde el Departamento de Fisiología Humana de la Universidad Complutense de Madrid, y que por lo visto lleva tiempo circulando por internet. Dice lo siguiente, textualmente: “El centro de investigación Príncipe Felipe (Valencia) ha despedido a 108 trabajadores de los 258 empleados con los que contaba. 79 son científicos, los que se quedan tienen una reducción de salario. Se han cerrado 14 líneas de investigación, algunas eran sobre el cáncer, parkinson, alzheimer. Pero se han gastado 3 millones de euros organizando un campeonato de golf de un fin de semana en Castellón. 15 millones en unas torres de Calatrava que al final no se van a construir. Han comprado ”por un precio simbólico“ la empresa Valmor Sports, encargada de la organización de la Fórmula 1, pero se hacen cargo de 30 millones de deuda. El viernes (el correo era de febrero) es el día mundial del Cáncer. Te agradecería que lo reenviaras. El 93% no lo hará. Ah!!! La única petición es que mantengas esto circulando, aunque solo sea a una persona más. Por la memoria de alguien que conozcas que ha sido vencido por el cáncer o que aún vive con él”.

Hasta aquí las comillas. Algo tendremos que reflexionar entre todos, cuando desde la ciudadanía y los medios de comunicación les prestamos muchísima atención a los futbolistas, los toreros, los cocineros o los frikis de la tele pero pasamos ampliamente de los científicos y de sus esfuerzos y sus logros.

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