Espacio de opinión de Canarias Ahora
Jóvenes y participación política en Canarias
Que los jóvenes en general pasan de política es un hecho claro, incluso constatado. Tienen otras cosas más importantes por las que preocuparse: su presente (estudios) y su futuro (trabajo y vivienda). Aún así, tienen criterios firmes sobre el panorama político: suspenden a todos los dirigentes y aseguran que deberían incluir a la sociedad en el proceso de normalización del panorama político, que va más allá de la crispación.
Un retrato típico de la juventud, ofrece, a mi parecer, y en base a estudios consultados el hecho de que la mitad de ellos aproximadamente son de izquierdas, no creen en los políticos, ni en la Iglesia ni el ejército. Son muy pragmáticos, tienen mucho criterio y lo demuestran suspendiendo a los políticos cada vez que se les pregunta. Son abiertos y tolerantes. También les importa la familia, aunque menos que los problemas económicos. La delincuencia no les asusta y el medio ambiente no lo entienden como un problema.
Lo que si está meridianamente claro es que la juventud aparece como un elemento social de suma importancia en Canarias, por su número y por su pluralidad, por lo que la atención y las acciones políticas son prioritarias sobre este grupo. Pero ello no posee una traducción directa en la participación política de los jóvenes. Un ejemplo lo constituye el único consejo local de la juventud organizado en todo el archipiélago, localizado en el municipio grancanario de San Bartolomé de Tirajana. Quedaremos a la espera, por otra parte, del decreto que regula la creación del Consejo de la Juventud de Canarias, con entidad jurídica propia, según lo aprobado en la Ley Canaria de Juventud el pasado año 2007.
A la hora de realizarse el análisis de la acción política de la juventud, se tiende a pensar que el criterio político de los jóvenes no es objetivo, puesto que han nacido y vivido siempre en un régimen constitucional y democrático. De igual modo se dice de ellos que “pasan de política” porque su escala de valores es diferente. No estoy diciendo con esto que sea mejor ni peor, simplemente se trata de una escala diferente. Por otra parte, los que nos hemos dedicado a la educación y a la formación de los jóvenes tenemos nuestros méritos también. ¡Ojalá nosotros hubiésemos contado con una formación de tan alto grado y con una información tan amplia y plural, que ha beneficiado su espíritu crítico y la concepción objetiva de su pensamiento político! Tan mal no lo estamos haciendo los que nos dedicamos a formar y educar a estos jóvenes del presente, diría yo. Por mucho que, desde muchos sectores, se nos imputen de los principales males de la sociedad.
Claro que también existe una ruptura entre el modelo de participación social y política que los jóvenes defienden y el modelo que ofrecen los partidos políticos para participar. No existe una consonancia entre las organizaciones políticas juveniles y los jóvenes, en tanto no exista una simetría real entre los partidos políticos y la sociedad. Y eso lo hemos visto en estas últimas elecciones. Los distintos jóvenes y políticos con los que he tenido la suerte de compartir mucho diálogo se muestran como los jóvenes políticos del futuro, o así es como se hacen ver los veteranos de los partidos, quizás por el temor al prematuro relevo para los segundos. Y en verdad les digo, no son el futuro de la participación política, están siendo el presente en sus actuales formaciones políticas.
Los jóvenes, como el sector dinámico de la sociedad, están totalmente abiertos a influencias y a relaciones de cualquier nivel: cultura, deporte, formación, economía, empleo, vivienda. Así pues, en los partidos políticos la juventud aparece, por el propio interés de los “de siempre”, es decir, los políticos “bien situados” orgánicamente, como un grupo estanco, enmarcado en una estructura concreta. Es la percepción de que en la mayoría de los casos, las organizaciones políticas juveniles no representan a nada ni a nadie, los líderes políticos juveniles nacen en los aparatos, viven de los aparatos y mueren en los aparatos sin descender y vivir en sociedad su liderazgo.
Probablemente con lo que esté diciendo, muchos amigos jóvenes que participan en estas organizaciones discrepen de esta reflexión mía, pero solo es una idea que me ronda desde una posición objetiva que observa desde hace mucho. Y es que únicamente cuando los partidos políticos consigan integrar a los jóvenes en sus estructuras, cuando las organizaciones políticas juveniles desaparezcan, será en este momento cuando los jóvenes participarán más en política. Ello sólo se soluciona desde la fuerza que los jóvenes hacen con su participación social y política, activa, constructiva, crítica, solidaria y voluntaria.
Continuamente se hacen presentes en nuestras sociedades, eligen la protesta como canal de participación política, especialmente cuando los temas de las convocatorias les afectan directamente, como en el caso de las cuestiones educativas, de vivienda, o del uso y aprovechamiento del ocio y del tiempo libre.
A modo de conclusión, estoy convencido que con una adecuada política educativa y formativa, nuestros jóvenes se comprometerán firmemente con los objetivos de defensa de una sociedad distinta, más solidaria, más justa con los seres humanos, de defensa de los valores ambientales del planeta, más amable con los débiles y más combativa frente a las injusticias. Y sin duda son elementos que se han tenido en cuenta para decidir su voto en los recientes comicios electorales del 9 de marzo, en los que ha sido decisiva la decisión política de los jóvenes que se han incorporado por primera vez a la experiencia electoral de elegir a los representantes de la soberanía popular.
* Antonio Hernández Lobo, profesor de Enseñanza secundaria y director del IES Faro de Maspalomas. Antonio Hernández Lobo*
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