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Las lágrimas de Ana Oramas

Juan García Luján / Juan García Luján

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Tras la reunión en La Victoria registraron el partido y los estatutos en el Ministerio del Interior y lo presentaron en el Hotel Mencey, en un acto al que acudieron todos los medios de comunicación de isla, detrás del nuevo partido estaba el poder económico tinerfeño. En sus primeras elecciones los candidatos de ATI lograron las alcaldías de Santa Cruz de Tenerife, La Orotava, Granadilla, La Victoria, Adeje y el Sauzal. Manuel Hermoso, que venía de la UCD, se convirtió en alcalde de la capital tinerfeña encabezando una lista en la que iba Ana Oramas y Miguel Zerolo que en el mandato anterior había sido concejal por UCD.

En esa candidatura municipal comenzó su carrera política Ana Oramas, que sólo tenía 24 añitos y acababa de terminar su carrera de Económicas. Ese mismo año resultó elegido alcalde del Sauzal por ATI Paulino Rivero Baute, que tenía 32 años y desde 1979 era alcalde de su pueblo por UCD. Como concejala de Fiestas de la capital tinerfeña Ana Oramas participó en la organización desde el ayuntamiento de la manifestación que promovió su partido el 28 de noviembre de 1988 para oponerse a la creación de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria y defender la “universidad regional de La Laguna”.

Después de ser concejala estuvo unos años en la empresa privada y regresó a la política como diputada en el Parlamento canario y entró en el gobierno canario como viceconsejera de Administración Territorial con Manuel Hermoso como vicepresidente y Miguel Zerolo como consejero de Turismo en el pacto PSOE-AIC que presidía Jerónimo Saavedra. En esa misma legislatura pasaron del pacto del hormigón al parto de Coalición Canaria, que nació con la censura a Jerónimo Saavedra. En 1999 Oramas dejó el Parlamento canario y se presentó como candidata de CC al ayuntamiento de La Laguna y llegó a la alcaldía tras pactar con el PP y dejar fuera del gobierno municipal a otro socialista que obtuvo más votos que ella: Santiago Pérez.

Así pasaron diez años y ayer Ana Oramas dimitió ante el pleno lagunero de su puesto de alcaldesa y concejala. Quiere dedicarse sólo a su puesto de diputada y portavoz del dúo de CC en el Congreso de los Diputados. El viernes anunció su marcha entre lágrimas. Para desmentir algunos rumores morbosos que hablaban de una enfermedad como la causa de su retirada municipal Ana Oramas declaró “aquí traigo las mamografías si quieren verlas”. Ayer no habló de enfermedad, pero volvió a llorar al despedirse del ayuntamiento. Y dijo que lo decidió porque defiende la renovación política, y añadió que CC ha sabido dar paso a nuevos valores “como ocurrió cuando Manuel Hermoso cedió el paso a Miguel Zerolo”.

No fue casualidad que Ana Oramas nombrase a sus compañeros de viaje en Santa Cruz de Tenerife y en el gobierno canario (Hermoso y Zerolo). Podía haber nombrado también el paso de Adán Martín a Paulino Rivero. Pero no lo hizo. Una cosa es llorar emocionada y otra alabar al rival. Porque la retirada de Ana Oramas no es una retirada. Ella explicó que no aspira a ser candidata de su partido a la presidencia del gobierno, lo mismito que manifestó Paulino Rivero unas semanas antes de declarar la guerra por la candidatura a Adán Martín. Con Perestelo como compañero de escaño, Ana comenzará su trabajo para ser candidata presidencial intentando reconquistar La Palma.Tras la derrota Paulino Rivero en el último Congreso Nacional de Coalición Canaria, que proclamó la muerte de nación española en el documento anexo, las lágrimas de Ana Oramas anuncian que lo más divertido está por llegar.

Juan García Luján

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