Espacio de opinión de Canarias Ahora
Malimpriaditas presas del Cabildo
No vamos a comentar aquí lo que todos sabemos acerca de las inmensas ventajas de todo tipo que tienen las energías limpias, comparadas con las que proceden de la quema de combustibles fósiles, gas incluido. Solamente vamos a resaltar un aspecto a todas luces trascendental.
La apuesta por las energías alternativas, aparte otras cuestiones técnicas de menor relieve presenta, hoy por hoy, un inconveniente esencial y definitivo. No pueden garantizar la continuidad del flujo energético, porque a veces no sopla el viento, o no lo hace lo suficiente, o el cielo no está despejado del todo, o la luminosidad es baja, o la marea está echada?En cualquier caso, no se asegura la energía a todas las horas de todos los días. Y esto obliga a mantener, aunque sea en reserva, instalaciones convencionales de combustibles fósiles, para resolver los vacíos que puedan producirse. En otras palabras, las energías limpias solo son un complemento y sobre ellas no puede basarse ningún modelo solvente.
Y justo ese grave inconveniente es el que viene a salvar un proyecto como el de esta explotación hidráulica. Que ya tiene un primoroso precedente, aunque sea a una escala ínfima, en el caso de la Isla de El Hierro.
Creo que el nuevo modelo energético tendrá que basarse en una utilización conjunta, estructurada, de todas las fuentes de energías limpias (viento, sol, luz, movimiento de mareas?), de forma tal que puedan alimentar una poderosa base de energía permanente, para ser capaz de solventar sus discontinuidades y vacíos. Y esa base de energía permanente consiste en almacenar, en altura, agua potable suficiente para afrontar los baches de la Naturaleza.
Lo dicho. ¡Chapeau!
Pero siendo el objetivo extraordinariamente positivo, comprobamos con rabia, cómo gran parte de su valor se escurre como el agua, potabilizada o no, entre los dedos. Porque el Consejero responsable del Cabildo Insular nos informa que todo el sistema hidráulico de producción energética limpia, va a ser objeto de (¡otra vez!) concurso público para adjudicarlo a una empresa privada.
Y volvemos a lo de siempre, como con los enfollonados concursos eólicos. Y tratamos a los recursos naturales, que son públicos y de todos los canarios (al menos que se sepa), haciendo una piñata en provecho de grandes conglomerados empresariales, que comienzan a darse empujones por ver quién se queda al final con esa inmensa bicoca: un negocio sin riesgo alguno, con rentabilidad elevada y, para más inri, prestigio social añadido. En vez de utilizar nuestros recursos naturales públicos, para allegar un muy importante flujo de financiación hacia nuestros Ayuntamientos y, en este caso, hacia nuestro Cabildo.
Si en el caso de los recursos del viento y la luz, criticamos esta cesión de recursos públicos, aquí el tema es aún más sangrante.
Como sabemos, Gran Canaria es el territorio que tiene más densidad de presas atendiendo a su superficie. Históricamente, la obtención de agua fue el sector clave de la capitalización económica isleña, y fue afrontado por el empuje de la iniciativa privada isleña. Y es sólo a partir de la Segunda República, teniendo incluso continuación a lo largo de la Dictadura, cuando el Cabildo Insular de Gran Canaria entra en la actividad. Chira y Soria son dos presas del Cabildo, construidas con el esfuerzo de toda la sociedad, y con la presencia de personalidades políticas y técnicas (Matías Vega Guerra, Simón Benítez Padilla) que supieron liderar ese esfuerzo. Y ahora, ese inmenso patrimonio público no solo se cede gratuitamente a las empresas que se alcen con la concesión, sino que se les permite, con una inversión relativamente pequeña (200 meuros) hacerse con el negocio del milenio.
Y decimos relativamente pequeña porque el responsable político del Cabildo reconoce que “la planta hidroeléctrica es muy rentable porque las presas ya están hechas y que ya hay varias empresas interesadas en el proyecto”. ¡Increíble! Se va a permitir esa barbaridad y que lleguen a hacer negocio hasta con nuestro patrimonio y nuestra lluvia. Y mientras, se acepta dejar de ingresar un montón de dinero que, además, no se recauda de una sola vez, sino que es un flujo continuo hacia el futuro.
Y como no van a poder contar con todos esos recursos, no tendrán para atender, entre otras cosas, a las necesidades de los que viven en la cumbre de la Isla, el centro de la formal Reserva de la Biosfera. Y esos Ayuntamientos, para poder ofrecer servicios y expectativas similares a los que se ofrecen en la costa, tendrán que improvisar y pensar en milagros como el esperpento de funicular hasta el mismito Roque Nublo.
Así, resulta indignante la absoluta dejadez de nuestros representantes en el Cabildo. Que solo aparentan ser tremendamente sensibles a los cantos de sirena de la barahúnda que pretende apropiarse del mayor negocio del futuro y, además, sin riesgo alguno.
No hay razón alguna para tamaña desidia. Es hora que recordemos el comportamiento de nuestros antecesores y, ahora, que se va a cumplir el centenario de los Cabildos, ponerse a la altura de los más ilustres de ellos.
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