Se pudo hacer mejor en lo económico, porque las cuentas no parecen que avalen una buena gestión. Recuerden que el derribo del escalextric costó tres veces lo presupuestado, lo cual es un exceso que debería tener responsables y consecuencias. Se pudo hacer mejor en las formas y en los protocolos. La apropiación enfermiza del teatro Pérez Galdós por parte de la alcaldesa ha resultado lamentable en quien posiblemente vuelva poco por allí como simple ciudadana. Y la inauguración, después de aquella boutade de Luzardo, “si quiere, el presidente puede venir”, ha conseguido escribir en la historia de Canarias que el otrora teatro Tirso de Molina fue reinaugurado el 14 de abril de 2007 bajo la presencia y la presidencia de Josefa Luzardo y de Adán Martín. Poca cosa, nuestros legítimos gobernantes, cierto, pero hubiéramos deseado la presencia del presidente del Gobierno español y/o de los Reyes de España. Pero entonces Luzardo no hubiera podido realizar el besamanos cutre, prolegómeno de una jornada musical para olvidar. Porque después de los prescindibles himnos nacional y canario, la novena de Beethoven fue de una vulgaridad sorprendente, seguramente por falta de ensayo, por improvisación total. Y el público parecía más de cóctel que de música. Sin que predominara etiqueta de ningún tipo, tras el tercer movimiento y ante la salida de los cuatro solistas, se aplaudió a los cantantes, algo que no debe suceder si el auditorio tiene una cultura mínima. Los aplaudidores fueron un veinte por ciento abochornante del aforo entre los que se encontraba aplaudiendo Jose Manuel Soria. Por eso y por todo que pidan perdón. Por eso y por no invitar a nadie de este periódico. Nosotros criticamos y también felicitamos a todos los grancanarios, también a la alcaldesa, porque ya está en marcha de nuevo el teatro Pérez Galdós.