Se va un hombre precario, que saca a Manuel Hermoso a hombros cuando la moción de censura a Jerónimo Saavedra en el 93, pero complejo, que brinda con el mismo Saavedra durante una boda, celebrando la ruptura del último gobierno de ATI y del Partido Popular, ya catalogado como el más corrupto de la historia de Canarias.En Madrid fue un hombre brillante y principal para Canarias, y en su última faena antes de cortarse la coleta, oponiéndose a que repitiera Adán Martín, parapetado en la alternancia, trabajó por Canarias y por la higiene democrática.Espectáculo lamentable en tanto episodios de su vida política pero prodigioso en otros tantos. Luchador antifranquista, y ahí había pocos, coproductor de pactos de progreso en Canarias y de pactos de retroceso, también en Canarias. Hombre con atributos, con memoria, sin memoria y sin rencores, personaje necesario en la historia reciente de Canarias.Al final de su vida política se enamoró de Gran Canaria, pero otra vez la contradicción apareció en la escena: era quién mejor pensaba la isla, pero los planos explicativos se los hacía José Manuel Arnaiz. Un amor imposible, otra vez contradictorio para él y para la isla: quién mejor la pensaba necesitaba de su retirada para avanzar.Sus mejores actos de la última campaña los celebró en los Jesuitas y en Tejeda: viaje al pasado y al centro de la isla.Su tándem con Soria fué imperdonable. Pero él se va por sus propios pies y a Soria habrá que echarlo, nadie sabe si se adelantará su partido o serán los tribunales los que lo hagan finalmente. Aquí se equivocó del todo Mauricio.Saavedra se queda porque siempre escribió derecho. Mauricio, parafraseando a Isaih Berlin, a fuerza de hacerlo torcido, escribía derecho. Pero se le acabó la tinta.