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La memoria de Víctor Jara

Juan García Luján / Juan García Luján

Apenas pasaron 13 años entre aquel paseo junto al río Mapocho, y la asonada militar de Pinochet. Una década intensa con Víctor recorriendo los escenarios del mundo con su guitarra, Joan dando clases en la Escuela de Danza, el nacimiento de Amanda, la muerte de la madre de Joan y de la hermana de Víctor, la matanza en Puerto Montt, la campaña a favor de la Unidad Popular, la victoria de Salvador Allende?Política, danza, vida, compromiso. Poco quedaba ya de aquella joven inglesa que con 27 años se embarcó en el puerto de Liverpool y después de seis semanas en el Cuzco llegó a Chile para compartir su vida con un compañero de danza. La relación con Víctor Jara cambió para siempre su vida.

Desde Cuba Silvio Rodríguez cantó que lo más terrible se aprende enseguida y lo hermoso nos cuesta la vida. Joan Alison Jara aprendió lo más terrible el lunes 11 de septiembre de 1973, con el golpe de Estado dirigido por Augusto Pinochet. Esa mañana estaba previsto un concierto de Víctor Jara en la Universidad Técnica, después de la actuación habían programada un discurso del presidente Salvador Allende. Cuando Víctor puso la radio escuchó la voz del presidente chileno hablando desde La Moneda: “No se detienen los procesos sociales ni con el crimen ni con la fuerza?La historia es nuestra y la hacen los pueblos?” La música militar sustituyó a la voz del presidente. Víctor Jara decidió acudir a la Universidad a dar su concierto?

La semana del 11 de septiembre fue la más trágica de su vida. La compañera del cantautor chileno se acercó a la embajada de Gran Bretaña y le dijo al Cónsul: “Soy ciudadana británica, tengo dos hijas, no sé donde está mi marido, necesito localizarlo para poder salir los cuatro del país. Mi marido es muy conocido y su vida corre peligro”. El cónsul le preguntó: “¿su marido es británico?”. Ella respondió: “Es chileno, pero su vida corre peligro”. El cónsul fue rotundo: “Creo que no podremos hacer nada por él”. Joan no volvió a ver a Víctor con vida. Una semana después un joven se acercó a su casa y le dio la terrible noticia. La compañera de Víctor Jara fue al Cementerio General y reconoció el cuerpo acribillado del cantautor chileno, y pudo enterrarlo antes de que los fascistas lo metieran en una fosa común. Casi 36 años después de aquellos terribles días Joan declara desde Santiago de Chile: “Hay que encontrar a los responsables del crimen”. Lo dice una semana después de la detención de José Paredes, un albañil de 55 años que el 11 de septiembre de 1973 estaba haciendo la mili, y los mandos lo mandaron al Estadio de Santiago de Chile a vigilar a los más de 5000 detenidos. Paredes reconoció ante el juez Juan Eduardo Fuentes que le ordenaron rematar a Víctor Jara. Minutos antes un mando militar había jugado a la ruleta rusa con su revólver apuntando la cabeza del autor de Te recuerdo Amanda, y en el primer disparo acertó. Después mandó a los soldados a rematarlo.

También está inculpado por el asesinato de Jara el que hizo de jefe del campo de prisioneros, el comandante César Manríquez. Los abogados de la familia Jara esperan que la pena caiga sobre los mandos militares y no sobre los soldados que se limitaron a obedecer. Joan Turner reconoce que el arresto de Pinochet en 1988 en Londres, por orden del juez Baltazar Garzón, sentó las bases para que hoy se puedan investigar aquellos crímenes.

Sin embargo en España asistimos al protagonismo de una organización ultraderechista llamada Manos Limpias que denuncia a Baltarzar Garzón por intentar investigar el golpe de Estado de Franco y los crímenes cometidos por su régimen. El Tribunal Supremo admitió a trámite la querella por presunta prevaricación contra Garzón. La propia Joan Turner reconoce que es extraño “que no se haya hecho en España el reconocimiento que se merecen las víctimas del Franquismo ”. Mientras en Chile la Justicia se mueve para reconocer la dignidad de las víctimas de la dictadura de Pinochet y señalar a los culpables de aquellos crímenes, en España unos ultraderechistas pretender sentar en el banquillo de los acusados a un juez por haberse atrevido a señalar sólo durante unos días a Franco y a los golpistas de 1936 como responsables de una masacre. No hay que mirar al pasado, dice Mayor Oreja. No quiere que sepamos que la placidez que algunos vivieron durante el franquismo o la dictadura de Pinochet se mantuvo sobre los cuerpos acribillados de García Lorca o Víctor Jara.

Juan García Luján

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