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La Mesa de Contratación

Carlos Sosa / Carlos Sosa

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Mario Romero Mur, primer presidente de la Mesa de Contratación en la era Luzardo, se marchó a su casa aquel aciago mes de agosto tras descubrir que lo que iba a presenciar los siguientes cuatro años no iba a ser de su agrado. Había tenido que ser testigo de cómo su partido, el PP, pedía un segundo informe sobre la adjudicación de dos módulos de desalación por casi 9 millones de euros a pesar de que el primer estudio técnico no tenía fisura alguna.

Romero Mur, íntimo amigo de Soria, dimitió, y le sustituyó al frente del órgano de adjudicación Paulino Montesdeoca, que remató la faena y presidió aquel sainete que fue entregar a Isolux un contrato que, cinco años después, está siendo incapaz de cumplir, con el consiguiente perjuicio a la ciudad,que tiene que acudir al mercado del agua para completar las necesidades de abasto público.

Tras aquel escándalo, el PP echó de la Mesa de Contratación a la oposición, que en el caso Isolux votó en contra o se abstuvo ante aquellas iniciativas oscuras que detectó. Como hicieron la secretaria general y el interventor del Ayuntamiento, que no entendían cómo se podían hacer las cosas tan rematadamente mal.

De ese modo, el mandato de Luzardo se desarrolló con el más abyecto oscurantismo que pueda permitirse en democracia, con la oposición fuera de los órganos de control, sin luz ni taquígrafos, actuando al más puro estilo de los alcaldes franquistas. Bien es cierto que esa práctica de alejar a la oposición de los puntos calientes de la gestión la heredó Pepa Luzardo de su antecesor, José Manuel Soria, que siempre se preocupó de situar a los representantes de los ciudadanos ajenos a su partido en los lugares más fríos e incómodos que encontrarse puedan en una Corporación democrática.

Cinco años después, Jerónimo Saavedra ha devuelto a la oposición a la Mesa de Contratación. Y lejos de reprochárselo, lejos de reclamarle que aplique a Luzardo su propia medicina, hay que aplaudir esa iniciativa porque devuelve cierta normalidad a una institución que el PP ha dejado herida de muerte. En lo democrático, con unos niveles paupérrimos de control y de participación ciudadana, y en lo económico, con unos agujeros negros por mala gestión e innumerables sentencias desfavorables que hipotecarán por muchos años a la institución.

El detonante de aquella expulsión de la oposición de la Mesa de Contratación, el caso Isolux, duerme el sueño de los justos en la Fiscalía, que ha rechazado cuantas denuncias por presunta corrupción le han sido presentadas. Una prueba más de la conspiración socialista contra los ex mandatarios del PP.

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