México, la factura de un verdadero fraude

Calderón aspira a continuar la labor de su predecesor en defensa de intereses privados, nacionales y extranjeros (incluidos grupos españoles, fielmente expresados por su prensa más prestigiosa), a costa del deterioro galopante en el nivel de vida de la mayoría. Una parte importante de la población lo desconoce como presidente legítimo del país y lleva seis meses diciéndolo de todas las formas pacíficas posibles. Además del deterioro social y económico, esta crisis institucional permanecerá gravitando sobre México gracias a la derecha y a sus socios extranjeros.Porque este mecanismo llamado democracia funciona sobre la base del consenso social. Dicho de otra manera, el reconocimiento general de quién ha ganado y quién ha perdido una consulta electoral. Se dijo que con la llegada de Vicente Fox al poder terminaba la transición a la democracia mexicana, tras decenios de dominio del Estado dirigido por una especie de partido único, el Partido Revolucionario Institucional (PRI). La gestión de Fox, su salida del poder y su relevo muestran un salto en dirección contraria. Difícil creer que los mexicanos pasarán por el aro de esta impostura histórica como si no hubiera sucedido nada.La impresionante resistencia de la comuna de Oaxaca a la ocupación del ejército y sus violaciones de los derechos humanos expresa mejor que la toma de posesión presidencial el futuro próximo. Su ejemplo, el de Oaxaca, podría extenderse al margen de las instituciones cuestionadas por millones de mexicanos, acompañando de protestas basadas en la ausencia de cualquier programa gubernamental que anuncie tiempos mejores. También el “gabinete alterno” de López Obrador jugará el papel de denuncia permanente contra cualquier medida impopular del presidente espurio. Calderón lo sabe.Y, como lo sabe, su primer gesto indica la disposición a mantenerse en el poder contra viento y marea. ¿Adivinan? Decretó un aumento salarial para los miembros de las Fuerzas Armadas y prometió créditos y mejoras en los conjuntos de las muy exclusivas residencias militares. Cuenta Claudio Mario Aliscioni que el presidente recién ungido “se reunió con representantes de las Fuerzas Armadas en un desayuno en el Colegio Militar. ‘Sé que es hora de velar por la tropa’, comentó”. Esta primera medida no se presenta en sociedad como lo que es, blindar militarmente a un presidente ampliamente rechazado, sino para responder a dos preocupaciones ciudadanas realmente existentes: la inseguridad y el narcotráfico. Aliscioni informa sobre otro detalle de Calderón. Como ministro del Interior acaba de nombrar a Francisco Ramírez de Acuña, “un controvertido ex gobernador de Jalisco con fama de halcón y criticado desde grupos humanitarios por su manejo de denuncias sobre violaciones de los derechos humanos”. México va bien.

Rafael Morales