El ministro de Industria

A pesar de todo, los empresarios y los inversionistas vieron que la inversión en energías renovables era una de las pocas salidas airosas que tenían para su dinero, y salvando los escollos de la burocracia más espantosa acometieron la tarea de crear más plantas fotovoltaicas, parques eólicos y, en general, continúan apostando por la inversión en energías limpias.

No contentos con abaratar las primas, el ministro de industria y su grupo de secuaces vuelven a la carga. Reducen las tarifas que se pagan por energía eléctrica proveniente de los molinos de viento (eólica) y de la termosolar.

Lo último, para acabar de enredar más aún las cosas, ha sido la creación de empresas que “representen” a los productores frente a las compañías distribuidoras, de manera que ya no se puede facturar directamente entre productor y distribuidor, sino que hay que pasar por un tercero que se lleva entre un 0,01 y un 0,02 por ciento del importe de la producción. Otra mamadera. Y todavía hoy, a pesar de todo lo expuesto, el ministro de Industria sigue empeñado en abaratar más aún las primas que se pagan por la energía fotovoltaica “para combatir la crisis”. Y Zapatero escondido. ¡Qué vergüenza!

Pedro Marrero Sicilia