Espacio de opinión de Canarias Ahora
En su mundo piruleta
Ya no se qué hacer para tratar de entender a muchas de las personas que viven en nuestra sociedad y, en especial, a aquellas que ostentan un puesto de responsabilidad.
Les prometo que lo he intentado, pero no hay modo. Hoy escuché a un cargo electo y, a lo largo de la conversación, su único interés ?además de querer congeniar con los entrevistadores- era adaptar a la realidad las siglas de su partido. Poco importaba que se le notara un exceso de celo hacia un determinado líder, el cual terminaba por cansar, sino que su discurso respondía a un puro afán electoralista y carente de mayor entidad moral y práctica.
Unos minutos antes, otro cargo electo volvía a desmentir una de su muchas barrabasadas antes los mismos micrófonos en los que, ayer, había declarado todo lo contrario. Poco le importan las mediatecas y lo que allí se guarda. Aquí sólo se trata de escurrir las responsabilidades y demostrar que la mejor defensa es un buen ataque. Los demás somos los únicos que estamos equivocados y si hay que mentar a Iván el terrible para ocultar su responsabilidad, pues tan contentos.
Entre ambas entrevistas oí que se cuestionaba la cantidad de dinero que es necesario para que la ley considere su apropiación como indebida. Que conste que no se hablaba de robar, sino de hacer mal uso de un dinero pensado para satisfacer el bien común. Y, en relación a esto último, estoy de acuerdo con las declaraciones de uno de los cargos electos que ha inspirado esta columna; es decir, en algunas cosas, todas las ideologías tienen cosas que esconder y/o justificar y el apartado de los gastos públicos es una “china en el zapato” para todas las administraciones.
La realidad, con gloriosas excepciones, es que todas las administraciones derrochan los recursos públicos sin ser conscientes de lo que ello acarrea. Parecen no entender la importancia de maximizar recursos ya que piensan que el próximo año tendrán, de nuevo, más dinero para gastar.
Hay muchos, además, que han logrado que los derroches repercutan, de una forma más o menos descarada, en su beneficio propio y estaría bien que la justicia pusiera freno a tales actividades. Cierto es que nuestros país es bastante más laxo con esos asuntos que buena parte del resto del mundo, pero, tal y como están las cosas, no vendría mal que aprendiéramos un poco de los demás.
También hay quienes que son como el anónimo escribidor que respondió, -airadamente, debo decir- a mi última columna. Dicho individuo, tras poner en mi boca cosas que no dije, o intenciones que no demostré con palabras, mentó al camarada Joseph Stalin y su consideración hacia la ética periodística.
Dejando a un lado que no venía muy a cuento nombrarlo ?salvo por acusarme de ser de una determinada ideología, tal y como hiciera el nefasto senador McCarthy con un montón de ciudadanos norteamericanos- la columna trataba de ejemplos que yo había considerado como válidos para apoyar mi vocación de periodista, no de sátrapas y asesinos varios, descripción a la que se ajusta muy bien el mentado líder soviético.
Además, de tener que poner un ejemplo del ambiente soviético, antes pondría al escritor, historiador y premio nobel ruso Aleksandr Isáyevich Solzhenitsyn, autor de Archipiélago Gulag, descarnada crónica sobre la realidad del sistema penitenciario soviético y su régimen de terror impuesto por el camarada Stalin.
Bien estaría que el mentado escribidor anónimo se leyera un testimonio como el de Solzhenitsyn, en vez de mentar a un demente como Stalin, pero la realidad es que él y muchas de las personas que han jurado y/o prometido defender el bien común y la estabilidad de la sociedad en la que vivimos ?ya sea en el ámbito político, económico, social, religioso o judicial- están en sus mundos piruletas, absolutamente de espaldas a la sociedad, o en una realidad que no se parece, en nada, a la que el resto de los mortales tienen y deben vivir. Y, qué quieren que les diga, ya está bien de tanta necedad en un momento tan delicado, por no decir dramático, para el común de los mortales.
Sin embargo, la piruleta debe estar muy buena, porque ellos ni se han enterado de lo que va la película. Dichosos ellos que pueden vivir así y descansar por las noches. El resto, y muchos saben de lo que estoy hablando, no lo pueden hacer con tanta facilidad.
Eduardo Serradilla Sanchis
Sobre este blog
Espacio de opinión de Canarias Ahora
0