La estrategia principal estadounidense, proclamada por Rice hace más de dos meses, fue la de reforzar al presidente palestino Abu Mazen (Fatah) a costa del primer ministro Ismael Haniyeh (Hamas), como una forma de convencer a los palestinos de que su voto a favor de Hamas resultó un trágico error. Así esperaban sabotear la posibilidad de construir un gobierno palestino de unidad nacional entre Hamas y Fatah, provocando de paso el adelanto de unas elecciones generales que supuestamente devolverían la mayoría a Fatah. El resultado, una incipiente guerra civil afortunadamente abortada, y una gran sorpresa. A pesar de esa política antidemocrática, el bloqueo económico, la miseria programada y la represión israelí, los palestinos volverían a votar hoy mayoritariamente por los líderes de Hamas. Aunque Occidente sólo reconozca a Abu Mazen como interlocutor válido. Durante este último periplo, Rice y Olmert volvieron a la Hoja de Ruta como gran solución a la crisis interminable, pero sólo en los aspectos que les interesa, es decir ''el reconocimiento del Estado de Israel y el desmantelamiento de las estructuras del terrorismo'', pero de ninguna manera ''ponerle el punto final a la colonización en tierras de Cisjordania'', a lo que Israel se comprometió hace casi cinco años, la libertad de los 9.075 prisioneros políticos, la devolución de millones de dólares confiscados a los palestinos tras la victoria electoral de Hamas o el desmantelamiento de puestos de control, de los que unos 400 están situados en Cisjordania.Rice también charló sobre fronteras ''provisionales'' entre palestinos e israelíes, algo absolutamente incomprensible. Porque hoy significaría una frontera a partir del muro ilegalmente construido. Israel se quedaría en territorio ajeno donde existen colonias, bases militares y otras zonas de seguridad establecidas por las fuerzas de ocupación. ¿Más o menos el 42% de Cisjordania? Dicho de otra manera, Olmert y Rice no han hecho una sola concesión importante al presidente palestino. En lugar de ayudarle a recuperar alguna autoridad moral y política ante los ciudadanos (¡la gran estrategia de Washington!), lo hunden más de lo que ya estaba y le proporcionan oxígeno a Hamas.El próximo encuentro entre Rice, Olmert y Mazen sólo puede terminar de una manera si no se registra algún cambio inesperado: Washington tratará de lavar su empobrecida imagen en la región. Dirá que realizó otro esfuerzo para ayudar a construir un Estado palestino, pero que las partes interesadas no se pusieron de acuerdo. Como de costumbre. ¿A quiénes pretenden engañar? Lo tragicómico debe buscarse por otro lado, en la escasa autoridad de los negociadores mismos. Condoleezza Rice representa el fracaso de la política estadounidense en Oriente Medio, Ehud Olmert está en medio de otra investigación por supuestos delitos de corrupción. La oposición exige su dimisión. Y Abu Mazen apenas se mantiene en pie con el sostén de Estados Unidos, además de un apoyo interno en declive. Vamos bien. Rafael Morales