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Mi nombre también es ninguno

Eduardo Serradilla Sanchis / Eduardo Serradilla Sanchis

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Para el primero de los actores, la película supuso su última aproximación a un género al que había aportado títulos tan emblemáticos como Jesse James, Fort Apache o Once upon a time in the west (C'era una volta il West).

Para el segundo, conocido por sus paródicas interpretaciones al lado del gigantón Bud Spencer ?y en western tan recordados como la saga de Trinidad,- la película le daba la oportunidad de trabajar al lado de uno de los mejores actores de la historia del séptimo arte.

Mi nombre es ninguno arranca con un extraño personaje “sin nombre” ?en clara referencia a los personajes interpretados por Clint Eastwood en la trilogía dirigida por el director Sergio Leone- que quiere lograr adquirir la misma relevancia dentro del mundo del crimen que su admirado Jack Beauregard, un legendario pistolero.

Beauregard, por su lado, quiere abandonar una vida llena de sobresaltos, la cual ni siquiera le permite disfrutar de un tranquilo afeitado en una barbería cualquiera. Además, Beauregard ha perdido el gusto por la aventura y, en su lugar, le ha invadido un sentimiento de agotamiento y de cierta desazón ante tanta muerte cosechada allá donde fuera.

Sin embargo, Ninguno tiene una idea bien distinta, llegando a fantasear con el final que debiera tener su héroe, enfrentándose, en solitario y en medio de la nada, con una multitudinaria banda de forajidos, terror de aquella parte del país.

En su mente desfilan las imágenes de la confrontación entre Beauregard y los forajidos a caballo, en medio de las explosiones y los disparos.

Como es lógico pensar, Beauregard no está por la labor de perder la vida en medio de una batalla con unos tintes épicos, a la altura de los trescientos espartanos del rey Leónidas.

Al final, cada cual obtendrá lo que buscaba, aunque no en los mismo términos, algo que tampoco importa, dado que la vida no es, ni mucho menos, perfecta.

La película, orquestada con la música del gran Ennio Morricone, se basa en una idea de Sergio Leone (responsable del espagueti western tal y como se conoce y de la misma pervivencia del género fuera de las fronteras americanas). Leone, además, ejerció de productor y, según las fuentes consultadas, fue director “no acreditado” de la película.

Queda claro que Leone aprovechó la oportunidad para volver a trabajar con Fonda, tras la ya mencionada Once upon a time in the west y, de paso, le sacó el mejor partido posible a un actor como Terence Hill, siempre condicionado por su películas pensadas para un consumo rápido y sin mayores pretensiones.

El resultado es un western crepuscular, con toques épicos y de comedia que no deja de sorprender al espectador.

Al final, todos nos quedábamos con la sensación de querer ser Ninguno.

Y ésa es la misma sensación que le queda a uno cuando visita una web como El rincón de ninguno. (http://ningunrincon.blogspot.com/)

Lo primero que hay que aclarar es que El Rincón de Ninguno es un blog que demuestra lo equivocado que están aquellos que piensan que los blog son sólo “flor de un día”. Ésa es la misma mentalidad que abandera la teoría de que Internet es “el futuro”, obviando que Internet es el presente y la base de lo que serán las comunicaciones del futuro.

Quienes ningunean los blog y todos aquellos adelantos en la comunicación que ha aportado Internet están a la misma altura que quienes negaban los adelantos científicos y tecnológicos en la oscura Edad Media.

En aquel entonces se amparaban en consideraciones religiosas, las cuales ya no sirven para disimular sus prejuicios y su preocupación- porque hoy es mucho más difícil ocultar la información y las opiniones de las personas.

No obstante, y como muy bien cuenta en su encabezado, Bajo el pseudónimo de los Ningunos se esconde un dúo de individuos de indudable reputación (carecen de ella) que prefieren permanecer en el anonimato, ya que las estrellas de esta bitácora son los autores cuyo trabajo se muestra. No entraré en consideraciones sobre la reputación de los dos individuos que dieron a luz a una idea como ésta, pero lo que es indudable es que la idea, justo cuando ahora se cumple un año, ha demostrado su validez de sobra.

Los dos mentados individuos, escondidos en el anonimato, dado que éstos sí tienen nombre ?no como el protagonista de la película con la que se abría esta columna- son la mejor cara de un mundo, del fandom, al cual le sobra “expertos”, bocazas y radicales.

La labor de Juanan y Luis, nombres “verdaderos” de los ningunos, no está pensada para sentar cátedra ni para presumir de conocimientos, sino para dar difusión a toda una legión de autores gráficos y guionistas canarios, cuyo trabajo no goza de todo el reconocimiento que debería.

Ya se sabe que las artes no son del agrado de quienes mandan ?es terrible eso de que ayudan a pensar- y cada gremio puede hablar de sus miserias tanto o más que el noveno arte. El blog de Juanan y Luis sólo pretende servir de escaparate para presentar el trabajo de quienes tienen que tratar de sobrevivir, en medio de un mundo y de unos organismos que se muestran, normalmente, ciegos y mudos ante el trabajo de los autores que desfilan por El Rincón de Niguno.

Además, también hay tiempo para reconocer el trabajo de quienes se dedican a la difusión del noveno arte desde hace décadas y para recordar alguno de los salones de cómic que todavía jalonan la geografía española. De otros encuentros, sólo queda recordar las vacías palabras de quienes prometieron la continuidad de tal o cual encuentro sin que, hasta la fecha, sepamos nada de ellos.

Ha sido un año lleno de pequeños acontecimientos y de un descubrimiento continúo, merced al trabajo de todos aquellos artistas que se han acercado hasta el espacio creado por Juanan y Luis para mostrar su trabajo y que los demás podamos disfrutar con él. Lejos quedan las estridencias de otros lugares similares, los cuales olvidaron que lo importante es dar a conocer a quienes tienen algo que contar. Y en eso, El Rincón de Ninguno se ha convertido en el portal ideal.

Hemos tenido que despedirnos de personajes que, por avatares de la vida ?y la crisis que todo lo preside- ya no nos alegran las mañanas con sus historias. No obstante, es más que seguro que, detrás de ellos, llegarán otros personajes y otras historias, los cuales se pasarán por El Rincón de Ninguno para decirnos ¡Hola!, e invitarnos a disfrutar de sus vivencias, contadas en dos dimensiones, pero con la misma realidad que las que se disfrutan en el mundo real.

¡Feliz cumpleaños! Y espero que podamos celebrar muchos otros cumpleaños, en un lugar tan entrañable como éste.

Al final, mi nombre también es Ninguno, por partida doble.

Eduardo Serradilla Sanchis

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