Sin embargo, hay aspectos que conviene tener muy presente de cara al futuro. En primer lugar, es de interés estratégico luchar a brazo partido para que el viejo Gando se transforme en un importante centro de intercambio de viajeros y mercancías, un hub en el Atlántico africano quizás le llamarían los especialistas, es decir un centro a donde llegan grandes aeronaves y que luego redistribuye el tráfico concentrado allí hacia múltiples destinos, más o menos lejanos, con aviones adecuados para esas otras rutas. Y esto es particularmente válido e importante para el tráfico de mercancías que deberá incrementarse de nuevo en los próximos años, suponiendo que las ayudas previstas para el desarrollo africano se materializan y no son simple palabrería del “buenismo internacional” que practican muchas ONG, debidamente subvencionadas. No conviene olvidar esto dado que, según cifras de AENA, desde 2002 a 2006 se ha perdido un 5% de los kilogramos transportados, circunstancia que tiene su impacto en el precio final de las mercancías vendidas en las islas y en el precio de nuestras exportaciones por vía aérea.El aeropuerto de Gran Canaria goza, por el momento, de una buena salud, pues es el quinto de España en volumen de pasajeros y operaciones, tras Madrid, Barcelona, Palma de Mallorca y Málaga. En lo que respecta a carga aérea, ocupa el tercer lugar tras Madrid y Barcelona. No obstante, para no perder esas ventajas que tanta actividad y empleo directo e indirecto generan, hay que vigilar las causas de que haya disminuido un 4,1% el número de operaciones en el pasado mes de junio, en relación con el mismo mes del año anterior. Otro dato a tener en cuenta es que, a pesar de disminuir el número de operaciones, la cantidad de pasajeros transportados haya aumentado en el mismo mes en un ligero 0,1%. A falta de un estudio más profundo, una de las probables causas pudiera ser que las compañías aéreas están operando con aviones más grandes o que hayan incrementado su índice de ocupación. Y esto lleva a introducir una importante consideración: la puesta en servicio, si es que realmente lo hace, del nuevo gigante de los cielos, el Airbus A380. Este avión, que actualmente sólo podría operar en 17 aeropuertos del mundo, requiere unas infraestructuras muy especiales de las que aquí no se disponen ni se pueden improvisar. Eso requiere una planificación y unas obras específicas, si es que el oportuno estudio de viabilidad técnica y económica las hiciera interesantes para Canarias. Por esas dificultades y cuantiosas inversiones, que muchos aeropuertos no pueden o no están dispuestos a asumir, tal vez sea la razón por la que Boeing, el otro gran fabricante de aviones, ha preferido renunciar a seguir en esa lucha por fabricar otro Goliat y apostar por su nuevo 787 Dreramliner, un avión super eficiente que responde mejor a las preferencias de las compañías aéreas de todo el mundo. Por otro lado, si la tendencia mundial en el tráfico de viajeros es que los pasajeros usen cada vez más las nuevas líneas de bajo coste y las compañías tradicionales, transformadas por necesidades de mercado en líneas de precio bajo, los nuevos servicios y exigencias que han de prestar las terminales y la especialización de esos edificios se irá imponiendo por si misma. Eso sin olvidar las necesidades específicas de las aerolíneas llamadas de tercer nivel o regionales, cada vez con más auge en el archipiélago. Por eso debemos estar preparados y no dejar, como casi siempre, las cosas a la improvisación del politiqueo. Con las cosas de comer no se debería jugar, dirían los más escarmentados veteranos en el sufrimiento burocrático.En resumen, posiblemente el desdoblamiento de la pista es sólo un requerimiento técnico para las nuevas oportunidades de futuro en el transporte aéreo, no un logro histórico. Tal vez el auténtico fundamento de esa costosísima infraestructura haya que buscarlo en una cuidadosa prospectiva y en el aprovechamiento de unos costes de oportunidad. Pero, ¿sabrán verlo nuestros dirigentes o sólo contemplarán el cemento, las contratas y la megalomanía? José Francisco Fernández Belda