En primer lugar, parece seguir confundiéndose turismo con construcción. Por eso el presidente Paulino Rivero dice que tutelará el asunto de las Directrices personalmente. Y es una buena opción, siempre que se tenga en cuenta que una cosa es el instrumento de planificación y ordenación y otra bien distinta es hacer lo necesario para evitar la ruina y potenciar el desarrollo de la actividad económica más importante del archipiélago canario. Parece que sistemáticamente, desde el poder público, se intenta soslayar lo que ya es de una evidencia que hace superflua las estadísticas: que el turismo se hunde y no se generan ideas para ofrecer perspectivas de futuro a medio plazo que lo remedie. Y ante lo que acontece, paradójicamente, se sigue insistiendo en la misma fórmula de fracaso: la renovación de la planta obsoleta y más hoteles de calidad, subvencionados con fondos públicos de Incentivos Regionales. Tal vez sea oportuno recordar algunas cifras que permitan comparar lo que sucedía hace dos legislaturas, periodo 1999-2003, frente a la gestión realizada entre 2004 y 2007, que lideraba Pilar Parejo apoyada incondicionalmente, más allá de una duda razonable (como en las películas americanas) por Adán Martín. Para empezar, se han perdido de entonces ahora, con datos de la propia Consejería, algo más de 1.875.000 turistas, es decir un 11,50% de nuestros clientes. Pero es que además, y lo que es aún más grave, el índice de ocupación ha caído entre los mismos periodos de casi el 58,7 al 47,2%, consecuencia obvia de haber más plazas alojativas, menos clientes y menos días de estancia media. Y como no hay dos sin tres, para poner la guinda al pastel, Exeltur afirma que por séptimo año consecutivo seguirán cayendo los ingresos, que el gasto medio real por turista ha bajado un 1,8% y que los ingresos del sector un 0,4% en lo que va de año.Pero lo a mi juicio debería hacer reflexionar al Gobierno de Canarias y a las asociaciones empresariales implicadas, no sólo las de alojamiento sino también las de restauración, ocio y servicios, es como a pesar de haber inaugurado nuevos hoteles, de calidad dicen ellos sin tener en cuenta el nivel de los servicios ofrecidos, la demanda no crece y los precios se desploman. Y, en esa caída de ingresos, a hoteles y apartamentos les acompañan el resto de los subsectores. Es evidente, salvo para los que defienden que calidad es mármol en el piso, que la nueva demanda turística busca preferentemente atractivos deportivos, culturales, naturales, etc. que haya en el destino, cosas que hacer, ver o disfrutar, mucho antes que decidir el alojamiento. Primero piensa lo que le gustaría hacer, después dónde hacerlo y por último la logística. Y, además, si se puede, viajará preferiblemente en una low cost ¿por qué no si es más barato y llego al mismo sitio en el mismo tiempo? Es evidente que la equivocada orientación de la promoción turística durante la legislatura anterior, con campañas costosísimas pero descabelladas, has cosechado el gran fracaso de hoy. No se abordó el principal problema que planteaba la demanda, que de forma simplificada se podría resumir en una pregunta: “y además del sol y la playa, ¿qué puedo hacer?”. Si esto es así, ¿por qué no lo entienden las autoridades turísticas regionales o insulares? ¿Por qué no se publicitan los cientos de eventos de toda naturaleza que se producen en todo el Archipiélago y se facilita el acceso a ellos, potenciando la red de transportes para posibilitar que el turista visite más de una isla en cada viaje? ¿Por qué se sigue presionando para que el visitante no salga del hotel, lógico para el empresario hotelero pero no para el conjunto de subsectores, la economía y el empleo en Canarias? Para media humanidad es probable que el paraíso terrenal, al menos el turístico, se encuentre en Hawai o en las Bahamas, ambos archipiélagos como Canarias, llenos de oportunidades de diversión o de descanso, de deportes calmados o de aventura, excursiones náuticas, aéreas o de ecoturismo. ¿Alguien puede creer seriamente que una persona decide ir a esas islas porque hay allí un hotel maravilloso donde se encerrará durante su estancia? Lo que sí hará seguramente es no volver a ese destino si el servicio que allí se le preste fuera como el que últimamente se ofrece en muchos de nuestros hoteles que quieren pasar por modélicos. En síntesis, no hay ya que buscar el resurgimiento turístico de Canarias en renovar y construir más hoteles llamados de calidad por usar materiales caros aunque sean mamotretos desnaturalizados y sin personalidad, con muchas estrellas, pero con servicios de cayuco. El remedio quizás sólo pueda encontrarse en ofrecer servicios y atractivos complementarios que atraigan el interés del viajero y lo estimule a visitarnos, aunque tuviera que pagar algo más por hacerlo. ¿No es eso lo que usted haría al planificar sus vacaciones? ¿Ocio o alojamiento? José Francisco Fernández Belda