Y puntualicemos, que cuando decimos Coalición Canaria deberíamos decir ATI, pues al sector grancanario de CC lo vemos lejos de estas trapisondas. La visita de Soria a Zerolo aquel miércoles en la sede parlamentaria de Coalición es un visita de luto para decirle al atribulado dirigente nacionalista “aquí tienes un amigo para lo que necesites”. La razón pública, aquello que la concepción política de la Justicia exige a la estructura institucional básica, está en moratoria. La transparencia, suspendida y sustituída por pactos secretos. Fuera de ese oscuro frente pactista, el Partido Socialista ya tiene en la pista al candidato, conmovido por la ética de la responsabilidad y ajeno a la ética de la realidad. Al parecer, piensa Juan Fernando López Aguilar que el pueblo canario tiene derecho a una campaña donde al ciudadano se le ofrezca una alternativa de alta calidad democrática que a lo mejor conduce a los bancos de la oposición. Claro que los canarios no queremos más de lo mismo, pero la política jeffersoniana que contempla una comunidad de hombres y mujeres inteligentes y autónomos pudiera ser un ejercicio de voluntarismo en una sociedad clientelar. Unas elecciones no las gana nunca un candidato sino un partido organizado cómplice de la sociedad civil que quiere un cambio. Al votante le gusta votar al ganador y al ganador se le reconoce porque se mueve en un círculo virtuoso que es fruto de una interpretación precisa de las inquietudes del colectivo social. Por todo ello, no hay razones poderosas para pensar en un cambio hasta ver al Partido Socialista, que habita la oposición desde el año 1993, operar con un partido engrasado y con todos los miembros y otros recursos orientados en la misma dirección. Que el ansia de cambio no es la querencia de una campaña distinta, sino el anhelo por tener un Gobierno mejor.