No es país para lerdos

El paro, la sanidad, la seguridad y la peste porcina son cuatro chorradas al lado de un gol de Nino o la pamela de una cantante italiana que se casó con el presidente bajito y napoleónico de la república francesa.

En todo el mes hemos sufrido la tabarra inmisericorde de una Televisión Canaria que nos ha estado hablando del derbi tres semanas antes de celebrarse como si en ello nos fuera la vida. Que se sepa, nadie se ha muerto por eso.

Los de la nuestra siempre se muestran pendulares, pasan de un extremo al otro: o Canarias se rompe y abren los informativos con la página negra de sucesos para justificar la policía autonómica o todo es pan y circo, papas arrugadas y fútbol, sancocho y derbi para dormir a la bestia.

Como si toda la televisión canaria no fuera un publirreportaje en sí misma, la comentarista dicharachera del fútbol nos largó una perorata sobre los efectos placebos de Actimel al final del partido. Un día de éstos el presentador del telenoticias que se peina como Zapatero y la presentadora que va a la misma peluquería que la ex portavoz de Paulino y la delegada del Gobierno nos mezclan un juicio por violación con la publicidad láctea y se quedan tan frescos.

Evidentemente un país que se fija más en el culo de una modelo francoitaliana que en la promesa de su esposo para colar a España en el G-20 tiene menos porvenir que Pérez-Camacho en la Academia Canaria de la Lengua.

Un pueblo cuyo presidente se preocupa más de compartir protagonismo con Pepe Benavente en el saque inicial del derbi que de resolver los problemas perentorios de sus paisanos tiene el mismo futuro que Rita Martín en la asociación nacional de logopedas.

Un pueblo que se ocupa más de las pelotas del Heliodoro que del desempleo galopante de su gente no tiene futuro de ningún tipo, aunque el Tenerife suba a primera división, lo diga Paulino Rivero o lo cante Pepe Benavente.