Papas y calamidades

Francisco Déniz

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Resulta paradójico que los principales responsables de la ruina del campesinado que se dedica a sembrar y a abastecernos de papas, aparezcan ahora como los únicos que pueden sacarnos de esta angustia y desesperación. Los importadores de papas, aliados con las grandes superficies, han provocado en gran medida la ruina de nuestras agricultoras y la caída en desgracia del sector primario. Les pagaron 20 céntimos por kilo, despreciaron su cosecha por boberías (subsanables) como déficits de presentación, abusaron de la paciencia y la dignidad de nuestra gente y, consecuentemente, se abandonaron cultivos. Y es ese el problema principal y la conclusión del capitalismo turístico. Tierra y cualificación hay, semillas se sacan y se guardan, pero pobreza y humillación también, dependencia extrema e inseguridad alimentaria, por supuesto que también. Llevamos tiempo diciendo que la única solución pasa por pagar el precio adecuado siempre por encima del coste de producción. Tenemos, queremos y valoramos nuestro producto, pero si no se introducen algunos correctores en el mercado, que hemos propuesto en el pasado, y no se limita la importación en los períodos en los que abunda la papa del país, estamos listos. La desesperación se repetirá cíclicamente.  

Es insoportable el guineo de que el mercado se regula solo. Eso es mentira. A los hechos me remito. Lo único que regula es la riqueza de importadores y grandes superficies. La política es permeable a todo tipo de intereses, pero quienes llevan 50 años exactos mandando son los importadores. Han penetrado todas las instancias de poder y canales y business de comercialización, tienen medallas y premios por fomentar la producción del país, están sobrerrepresentados en las comisiones del REA, generan alarmas para rebajar los controles fitosanitarios, etc., a ellos no les interesa la producción local, solo traer contenedores baratos y venderlos caros. Su lógica. Con el pueblo canario buscando papas desesperada y adictivamente se han hecho un poco más ricos si cabe. Y encima, el gobierno los presenta como los que pueden solucionar el problema, siendo los principales responsables. Pero también hay dignidad, y si no comemos papas a ese precio, comemos batatas de Lanzarote o de la Punta del Hidalgo. El señor Quintero, con el que he compartido mucho trabajo estos años, sabe que lo que digo es cierto. Sabe también que no me hicieron caso. Tengo que decir que a él tampoco. Y sabe que en nuestras medianías tristes y tostadas, este año se sembraron pocas papas. Aburren a la gente. Y las dichosas plagas de fuera y de dentro, expresan la dependencia extrema que padecemos los canarios sin necesidad alguna. Es necesario acometer medidas valientes, le pese a quien le pese, que ya hemos propuesto, y sobre las que hay consenso de la mayoría social. Hay que caminar hacia la soberanía alimentaria al menos en un 70% del consumo.

La mencionada alianza entre importadores y grandes superficies también es una plaga en las islas, de hecho, se han cargado el pequeño comercio de cercanía, actúan sin conciencia local. Y sin corazón. Importan desde donde puedan abaratar los costes, e inundan el mercado con precios que arruinan a nuestros agricultores. No es un problema de personas, es estructural. Por eso, es necesaria una acción política-institucional en la línea de lo que se ha defendido desde la Mesa en Defensa de la Papa del País: convocatoria y constitución de una mesa de la papa que procure regular y alcanzar un acuerdo que determine en qué períodos no se debería traer papa de fuera, solicitar excepcionalidad RUP para limitar importaciones, cumplimiento estricto de la ley de cadena alimentaria que sentencia que no se puede pagar por debajo del coste de producción a los productores, inspección a los intermediarios que en las medianías abusan de la gente, políticas de cabildo para la apertura de cámaras de frío donde los agricultores puedan guardar su cosecha, garantizar las existencias de semillas suficientes, etc.

Alguien me recriminó una vez. ¡oiga, pero todo no es la papa! A lo que le respondí: Ya, pero usted come papa todos los días. La papa, el gofio, el queso, son la metáfora de nuestra seguridad alimentaria. De nuestra soberanía. Por eso, el problema no es el nuevo escarabajo inglés, escarabajos hay muchos, peloteros también. Y bichos ni les cuento. Por muchos contenedores apresurados que traigan de Egipto, el problema es la dependencia extrema; y la única política eficaz es ir con celeridad incentivando de nuevo a nuestra gente para que vean en el sembrar papas y otros productos, un modo de vida con el que garantizarse rentas dignas. Lo otro son voladores; ruido, alarmas, especulación y ninguna utilidad. Una calamidad.

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