Tampoco merece comentario el aviso paulinés de que nadie encontrará al Gobierno buscando culpables de los incendios. Una aclaración innecesaria porque estamos convencidos de que si Paulino tiene algo claro a estas alturas de su presidencia con el PP al lado es, precisamente, eso: no le conviene buscar responsables porque bien pudiera ocurrir que los encuentre cerca, lo que le dejaría en una situación embarazosa. Ni que fuera bobo.Aparte de que, quien más quien menos, todos sabemos de qué va esto y hacia dónde señalar. No es preciso, pues, que Paulino se cree problemas diciéndonos lo que sabemos. No tenía necesidad de aclararlo, salvo que se tratara de un mensaje de tranquilidad a los culpables; a los que no tiene necesidad de buscar porque los tienen de fijo delante.Lo que sí debería Paulino, en cuanto presidente del Gobierno canario, es ordenar la elaboración de planes realistas de cuidado y protección de los montes y sobre todo vigilar su aplicación. Está bien pedir por esa boca a Madrid que se retrate poniendo los cuartos sobre la mesa; pero, junto a eso, nos gustaría saber qué va a hacer el Gobierno y qué harán los Cabildos en el futuro. Por aquello de a Dios rogando y con el mazo dando.Por cierto, en descargo de Paulino y de José Miguel Pérez habrá que preguntarse la razón de que cuando apenas llevan un mes en sus cargos, les salgan voces culpándolos del desastre. Como si las hojas, la pinocha, la hierba y las piñas rodantes encendidas por las laderas se hubieran acumulado allí en las dos últimas semanas. No son muchos, es verdad, quienes han dado tan pintoresca versión de lo ocurrido, pero conviene marcarlos porque denota el torpe deseo de alejar las responsabilidades de quienes no han limpiado los pinares y permitido la acumulación de tanto material combustible. Sin olvidar, claro, a quien ha responsabilizado culpado, en estas mismas páginas, a Zapatero en un ejercicio de vayan ustedes a saber qué para evitar que se hable del PP, que, por cierto, apenas ha abierto la boca por si acaso. La leche, oye.