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Peleas de barrio

Juan García Luján / Juan García Luján

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Cuando se paraba la pelota volvía la guerra. Unas veces venían por la calle de abajo, los de la plaza la Navidad. Esos nos conocían bien porque con algunos coincidíamos en el colegio. Antes de tirarnos las piedras gritaban nuestros nombretes, para intentar reconocernos: ¡oye, huevo, acércate si te atreves! ¡eh, patineta, ayer me tiré a tu hermana!, ¡ chacho, cabeza, prepárate si te trinco solo en la cuesta te vas a enterar!¡como te acerques te pego este tenique en la cabeza! Otras veces venían por las calles de arriba. Los del buque guerra se acercaban con perros. Nos escondíamos en los portales o los recibíamos a pedradas.

Tengo que reconocer que muchas veces pasé miedo. La vida en el barrio era una mezcla de alegría y violencia, de identidad y exclusión, de colegueo y enemistad mortal, de juegos y persecuciones. Hoy los sicólogos y pedagogos le han puesto nombre a muchas cosas que pasaban y no sabíamos como llamarlas: acoso, bullying, humillaciones? Pero en el fondo éramos felices.

Después vino la droga. Algunos se refugiaron en ella y se quedaron en la esquina para siempre. Por la mañana trapicheaban y por la tarde consumían. A veces no regresaban a casa por la noche y las madres pasaban la madrugada en las ventanas con el corazón en un puño. Unos acabaron de policías, otros de ladrones y yo acabé marchándome del barrio, mi madre se empeñó en que aquel no era el lugar más recomendable para seguir creciendo.

He vuelto a pasar por allí y he visto al chopa en la misma esquina donde estaba el día de mi mudanza, con la misma mirada perdida, aunque calvo y con el rostro arrugado. El solar se convirtió en dos bloques de viviendas con un jardín vallado. Las calles están vacías aunque sigue viviendo gente en aquellas casas de 55 metros cuadrados, quizá no son los mismos, no sé dónde estarán el huevo, el patineta, el cabeza, la mierdaperro? Cierro los ojos y recuerdo aquellos rostros de chiquillos fogueteados. Aquella fue mi infancia. No voy renunciar a ella. Pero reconozco que me daría miedo volver a verme en medio de aquellas peleas del barrio, agachando la cabeza para esquivar una piedra o metiéndome en el zaguán y subiendo las escaleras para evitar que me pegaran una inmerecida tullina. Por eso después de escuchar en la radio y leer en los periódicos la bronca entre Santiago Pérez, Jerónimo Saavedra, Hernández Spínola, Rita Fernández, Fuentes Curbelo, Olivia Estévez, López Aguilar?, o el pleito entre Soria, el marqués de La Oliva, Pablo Matos, Carmen Guerra, Mercedes Roldós... estoy contentísimo de no formar parte de la ejecutiva del PSC-PSOE o de la dirección del PP de Canarias. Es una suerte no tener que participar en las próximas reuniones de esos partidos, no me apetecería nada volver a vivir aquellas peleas del barrio.

Juan García Luján

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