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Pena de muerte y política en China
Zheng recibía sobornos millonarios a cambio de licencias farmacéuticas sin la menor garantía. Mujer e hijo estaban implicados en el negocio que provocó la muerte de un número desconocido de ciudadanos por usar medicamentos en mal estado. Zheng pasó a los tribunales sólo cuando los efectos de su gestión traspasaron las fronteras de China, alcanzado a la República Dominicana, Nicaragua, Panamá, Costa Rica, Australia y Estados Unidos. Un anticongelante chino apareció en medicinas contra la tos distribuidas de forma completamente legal en Panamá, donde provocó la muerte de unas 100 personas. Esta pena capital va dirigida a Occidente, mostrando una energía burocrática siniestra contra los delincuentes sólo cuando supone un escándalo que perjudica la imagen del país. Zhao, el otro condenado a muerte por matar a golpes a un obrero, es uno de los 12 imputados, entre ellos el dueño de la fábrica de ladrillos (donde aparecieron obreros/esclavos) que a su vez es el hijo del secretario general del partido comunista en la provincia de Caosheng. Los trabajadores, entre ellos menores de edad, trabajaban 16 horas diarias, recibían castigos corporales si rendían poco, vivían en barracas sin cocina ni baño, vestidos con harapos, descalzos, estaban vigilados por guardias de seguridad privados y por perros. El total de obreros/esclavos descubiertos por ahora en la provincia de Shanxi asciende a unos mil. Imposible pretender que las autoridades desconocían este fenómeno. Más bien lo encubrían, amparándose en la autoridad del burócrata jefe del partido comunista. O lo que eso sea ya en China.El escándalo internacional forzó a las autoridades, que actuaron con sus modos habituales. Familiares de 400 niños desaparecidos denunciaron en su día a la policía local, por medio de una página web, por abstenerse de investigar y añadieron la posibilidad de que algunos estuvieran retenidos en las fábricas de ladrillos. La policía intervino cuando llegó a la conclusión de que el fenómeno era inocultable. Las imágenes vergonzosas de los casi niños obreros/esclavos dio la vuelta al planeta. Una vez más, la burocracia china ofreció al mundo el espectáculo vergonzoso de la pena capital, aunque por ahora le tocó a un subalterno.Estos ejemplos apenas suponen la punta de un inmenso iceberg. La base principal del crecimiento chino consiste en la explotación miserable de trabajadores sin derechos. Así salen tan baratos los productos textiles hacia el mercado mundial. Hasta las mascotas de las próximas Olimpiadas las fabrican niños. La responsabilidad de próximos estallidos sociales y de la inestabilidad política recaerá íntegramente en el partido comunista chino. Puso el futuro en manos del capitalismo salvaje (mezclándolo con su propio usufructo de la economía planificada), en un país cuyos ciudadanos carecen de libertades que les permita defenderse de las arbitrariedades del poder y de las fracturas sociales creadas a marchas forzadas por el nuevo mercado tan libre como impuesto. Semejantes contradicciones pasarán factura en cuanto los trabajadores se encuentren en condiciones de tomar la palabra. Lo veremos.
Rafael Morales
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