Espacio de opinión de Canarias Ahora
La perdiz de la playa
Cuando el Supremo dictaminó al respecto, escribí en esta mismo espacio un artículo titulado Inejecutable que podría haber reproducido hoy sin cambiar una coma. Nasa cambiado, sino que todo se ratifica. Las autoridades municipales insisten en ese argumento, en el de que la sentencia es de imposible ejecución. El razonamiento es perverso, si se tiene en cuenta que los munícipes están ahí por voluntad popular y, en teoría, para defender los intereses de la colectividad. Pero, el alcalde santacrucero llegó a decir, que como esos terrenos ya no son urbanizables y han perdido su valor, los vendedores del suelo antes citados, que fueron sus propietarios durante apenas unas horas, no devolverán los dineros de la operación. Hombre? No de buen grado, seguro; pero, devolverlos, se supone, tendrán que hacerlo aunque sea a regañadientes. Y podrían restituirlos incluso sin una lagrimita, ya que, en el fondo, no perderán un euro. Al contrario, ganaron, en cualquier caso, 16.000 millones de las viejas pesetas con la recalificación de Las Huertas, condición imprescindible del chanchullo. Ahora, en torno a Las Huertas hay un bonito follón, pero eso no afecta para nada ni a González ni a Plasencia.Total y a lo que iba. El ayuntamiento chicharrero que cuenta con unos técnicos de lo más dóciles a la hora de emitir los informes pertinentes ?jamás impertinentes- continúa mareando la gallinácea y, además de continuar afirmando que la sentencia que debe acatar es inejecutable, amenazando con recurrir al Constitucional, y ya me dirán ustedes qué diablos pinta la Constitución en esta vaina. Por otra parte, extraña cantidad que alguien que conozca el carácter surrealista de Santa Cruz considere imposible llevar a cabo algo insólito es esta ciudad (suponiendo que fuese insólito cumplir con lo que ordenan los tribunales). Aquí, por ejemplo, es perfectamente normal que una entidad de ahorros, CajaCanarias, a cuyo consejo pertenecían Miguel Zerolo e Ignacio González, conceda un crédito de más de cinco mil millones de pesetas a un peón una empresa de este último personaje, cuyo sueldo mensual era en aquel momento de 720 euros. Todo es posible, o sea, aunque los asesores del alcalde digan que no.
José H. Chela
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