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Pintan bastos en el turismo

José Francisco Henríquez / José Francisco Henríquez

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Estamos ante un sector fuerte, con crisis de precios y con un subsector excluído del mercado. La afirmación de que Canarias sigue siendo un destino lleno de fortaleza aleja cualquier alarmismo de orden tremendista. Saber que hay una crisis de precios nos introduce en un debate sobre la posibilidad de que existan demasiadas camas y que el ajuste vía precio de la oferta y la demanda nos esté golpeando con dureza. Pero que haya demasiadas camas, si ello fuera así, no comportaría nunca afirmar que no tengamos que ubicar más camas que pudieran ser competitivas y aumentar de paso la competitividad del destino concebido como una marca global.Vengo afirmando desde hace tiempo que la moratoria debió consistir en cerrar las puertas a productos no solventes y abrir las ventanas a otro tipo de camas más comercializables.Es puro voluntarismo producir un parón en seco y llenar de retórica la iniciativas empresariales, que sólo operan con solvencia y decisión en un marco claro de orden legal y con las menos rigideces posibles. Las Directrices, al no haber sido desarrolladas, han de ser ahora modificadas. Respecto al sector excluído del mercado, me refiero a las camas casi siempre extrahoteleras con las que se inauguró el negocio turístico hace ya algunas décadas, no podríamos precisar si se trata incluso de una autoexclusión habida cuenta de la falta de respuesta que ese empresariado tan singular ha manifestado ante las distintas coyunturas. Remodelar la planta hotelera es un eslogan sin contenido. Porque remodelar comporta transformar el tamaño del negocio, la composición accionarial y el tipo de negocio. Luego remodelar es un eufemismo de transformar. Y para transformar hemos de crear un marco jurídico liberalizador, un escenario financiero y fiscal viable y un espacio público donde insertar los nuevos productos superadores del estadio anterior. Para que haya transformación, la iniciativa privada necesita que los poderes públicos remuevan obstáculos, den cierta rienda suelta a su creatividad, y se comprometan a alterar el espacio donde esa transformación se va a producir. Lo anterior exigirá una modificación en las leyes y en los planeamientos urbanísticos. Pero los planeamientos urbanísticos en su tramitación son largos y tortuosos y hay que responder en tiempo real a la crisis. Durante años nos hemos dotado de leyes y reglamentos. Quizá en exceso. Pudo ser necesario hacerlo así pero hoy el marco legal es anacrónico, de intensa elaboración pero de difícil digestión. Se ha hecho sumando y proliferando. Es lo que se llamó en el arte “la sprezzatura” en oposición “al furore dell'arte” que era resolver el asunto con unas pocas pinceladas. Llenas de talento, claro. Porque no tenemos mucho tiempo. Y dicen los actores hamletianos, los de muchos quilates que hay una frase, las más sencilla, que resulta la más difícil de entonar para ellos: “demasiado tarde”.

José Francisco Henríquez

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