No es política-ficción; si lo analizamos bien es la forma habitual de funcionar. Es casi tan lógico como vomitivo. Y es que las encuestas –incluso aquellas más partidistas- limitan la subida socialista a 23 parlamentarios, cifra claramente insuficiente para articular un gobierno con los solos apoyos de Nueva Canarias y satélites. La tesis de una futurible escisión de CC en Gran Canaria, que arrastrara a majoreros y a algún palmero, se desmoronará del todo si el candidato nacionalista es Paulino Rivero o un hombre de su confianza, por ejemplo: Ruano. Rivero aspira a que su alto entendimiento con Mauricio sofoque sus ansias de rebeldía, la cual se circunscribe esencialmente a la continuidad de Adán Martín, una gran noticia para el PSOE si no fuera porque Martín ha agotado a todos, a los suyos y a sí mismo. Por lo tanto, Mauricio vuelve a tener voz y voto.Soria, que es el sumo sacerdote del oportunismo, se ofrece a lo que sea con tal de que los chichas le cuiden la casa, su Cabildo y el Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria, lo que no constituye novedad pues lleva meses moviendo las plumas para que se note. Pero la desesperación de ATI, en plena división y confusión, con Zerolo doblemente imputado en casos de corrupción y con el sabio de la santabárbara, Luis Suárez Trenor, con el cuello en carne viva, le da cierta ventaja para pedir y ser escuchado. Se ve a menudo con Zerolo, al igual que al principio de la legislatura, trazando un círculo mágico de encuentros y desencuentros que terminan en todo un símbolo de lo que pudo ser y se frustró. Ahora actúa de santón y de una especie de psiquiatra al mismo tiempo. Atiende al cada día más descuidado alcalde de Santa Cruz de Tenerife con extraordinario mimo y lo ilusiona con un poder ficticio que ya no tiene. A Zerolo le hace tilín que la instructora de Las Teresitas sea Carla Bellini, la cual entró en el TSJC a propuesta del PP, y cree -y Soria se lo hace creer- que Bellini es influenciable. Zerolo es un ciego dominado por la adversidad y Bellini es, además, la instructora del caso José Antonio Martín, el magistrado que dejó de ser presidente de la Audiencia Provincial por comprometerse a ayudar a personajes contaminados. Y aunque puede que Martín sea exonerado por la vía penal por falta de pruebas, será muy difícil que se salve del castigo interno y de la investigación del CGPJ. Y eso lo sabe Bellini mejor que nadie. Por otra parte, dudar de la imparcialidad de Bellini, como estarían haciendo en sus conspiraciones Soria y Zerolo, es pura prostitución de su profesionalidad, cualidad muy demostrada a lo largo de su trayectoria como experta fiscal y matrimonialista.Pero esto es lo hay, y retrata la altura moral de nuestros dirigentes. Nada sorpresivo, por supuesto. Que Soria ha presumido de tener a fiscales y jueces a sus órdenes lo conoce media Las Palmas de Gran Canaria. Que ha procurado que esa proximidad se note, está fuera de toda duda. Que le gusta rodearse de gente de la Justicia para presumir, está al cabo de la calle. Sin embargo su estrella palidece, sobre todo desde que se conocen las particularidades de los affaires de Telde y Faycán, me refiero a lo impublicable, a aquello que sólo se sabe y se interpreta en ambientes muy restringidos. Su compañía es ahora un incendio sudoroso. Su popularidad ha caído. Está bajo sospecha. Hacerle un favor, aún teniendo razón, es jugársela.Queda dicho que el plan de ATI es mantener al PSOE en la oposición tras las elecciones, propósito en el que colabora con contumacia el candidato Juan Fernando López Aguilar al no centrarse en lo que verdaderamente se le necesita, falta preocupante de sentido de la realidad. Y, por encima de los demás, colaborar con el PP –me imagino que rezando- para que gane las elecciones de 2008 y así regresar al aznarato, y a los tiempos inolvidables de una sociedad tinerfeña entregada al saturnismo de ese lobby que está pagando cantidades de euros ingentes para callar a todo aquel que esté dispuesto a contar lo que vio. Que es un universo, porque 20 años controlando, trazando telas de arañas de empresas superpuestas, repartiendo endogámicamente, dan para todo. Francisco J. Chavanel