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Pleno extraordinario

José Carlos Gil Marín / José Carlos Gil Marín

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En el ínterim, en las islas, estamos como estamos, seguimos como seguimos.

COAG Canarias (Coordinadora de Organizaciones de Agricultores y Ganaderos) ha recientemente denunciado que en Canarias solo se mantiene el 10% de la soberanía alimentaria, es decir, el conjunto de la producción local que disminuye nuestra dependencia exterior. En la soberanía energética ídem de ídem. Tan sólo, de nuevo, el 10%. Y de ese 10% un 97% en no renovables. Estamos, pues, en el país del surrealismo. Si Óscar Domínguez y Buñuel levantaran la cabeza? Un perro muerde a un niño hiriéndole, y sacrifican al perro. Entendible, aunque quizás también hubiera que tipificar la actitud del dueño por irresponsabilidad educativa y conducta antisocial al no prevenir el mal causado. Pero un toro para más Inri llamado ratón mata a tres hombres y le siguen pidiendo los pueblos de la España profunda para sus festejos. Sobran todos los comentarios al respecto.

En medio de todo ello, pleno extraordinario. No ya de quince en las huelguistas quinielas, ojalá, sino del Congreso de los Diputados y nuevamente sobre la crisis. Y en el futuro inmediato, un Consejo de Gobierno canario el próximo 25: ¿Para qué? ¿Para escenificar la unión del viejo con el nuevo tiempo? Porque el paro en las islas ha subido ya en su primer mes. Ergo?

Pues bien, en la política y en la economía canaria, esto es lo que hay, lo que sigue habiendo. Porque un año más Canarias ha continuado perdiendo tejido productivo como consecuencia de una crisis que no parece tener fin. En 2010 el Archipiélago perdió 3.456 empresas. En las Islas había, en 2010, 132.488 empresas. Supone un 2,6% menos que un año antes, cuando se contabilizaban 135.954. La cifra de 143.471 empresas que se alcanzaron en el Archipiélago en 2007 antes del estallido de la crisis queda ya muy lejos. Según los últimos datos recientemente aportados por el Instituto Nacional de Estadística el tejido productivo canario ha descendido entre 2007 y 2010 en un 7,6%. Adiós diversidad económica. Desde que en la década de los 60 del pasado siglo XX la dictadura franquista apostó por la industrialización virtual de las islas, el sector secundario de la economía se ha visto hasta hoy desplazado por la realidad. El plan insular de ordenación urbana Doxiadis 1969 planteaba como alternativa para Tenerife, una apuesta por las industrias de montaje orientadas al mercado internacional, Ésta no ha cuajado. La industria canaria apenas representa hoy en día un 6% del Producto Interior Bruto (PIB) archipelágico y no genera más allá de un 8% del empleo total. El Consejero de Economía del Gobierno de Canarias debería, pues, preocuparse de estas realidades y de estos números, y no de si el 20N van o no van juntos Román, Dimas y Paulino. Porque como ya se sabe, como dice el cuento, tres eran tres las hijas de Elena, tres eran tres y, por cierto, Troya acabó como todos sabemos. Y en estos tejemanejes sigue pasando inexorablemente el tiempo de una crisis que parece sin fin. Las medidas anticrisis del Gobierno del PSOE aprobadas el pasado día 19 de agosto, aprobadas con la ausencia de oposición parlamentaria por parte de Coalición Canaria y las señales contradictorias del Partido Popular, tienen sentido estratégico: ¿Se aprueba una bajada del IVA para la compra de la vivienda nueva hasta el 31 de diciembre, cuando la burbuja inmobiliaria ha sido una de las causantes de la crisis? ¿Las medidas antigasto farmacéutico servirán para salvar la sanidad pública o implicarán una perdida de la calidad del sistema? ¿Por qué no se rebaja y unifica a nivel europeo el Impuesto de Sociedades, en vez de plantear reformas instrumentales que no tocan el tipo de gravamen? ¿Por qué no se aumenta la inversión en I+D+I? Habemus, pues, crisis. Seguimos en ella. Ni con utópicos, instrumentalizados e inconcretos 15M se ve aún la luz al final del túnel. Seguimos en su eterna y sin fin L. Las medidas recientemente propuestas de eliminación de las diputaciones provinciales debería tener en Canarias el reflejo de -fracasadas sine díe las reformas electorales y estatutarias por falta de acuerdo político-, la supresión del régimen autonómico y su sustitución por la efectiva constitución de los Cabildos en Gobiernos insulares federados, como ya lo están en la FECAI, para tratar los asuntos de interés archipelágico. La reducción municipal y su sustitución por comarcas o mancomunidades también debiera hablarse antes de que ENDESA corte la luz a más de un consistorio, los servicios públicos municipales no se presten, o los funcionarios públicos se queden sin sueldo como ya apuntan en Garafía, serán trabajos para la nueva FECAM, que presidirá el PSOE, probablemente Gumersindo Trujillo (¿alguien recuerda ya aquella moción de censura -esperpéntica por la actuación del por entonces Alcalde de ATI-, que le aupó al poder municipal por vez primera?), alcalde de Candelaria. De la utópica independencia, desiderátum ideológico, sueño calenturiento de algún medio de la prensa escrita tinerfeña que pide, por ejemplo, hasta las islas Salvajes (españolas o portuguesas, nunca Canarias), mejor ni hablar. Irrealizable: o bien las islas entrarían en suspensión de pagos por carencia de recursos propios y ausencia de ayudas externas europeas o estatales; o bien la crisis paradigmática en la que estamos inmersos -o la endémica africana de la que formaríamos parte-, o la suma de ellas, cercenarían su virtualidad. Y si no fuera así, ya estaría Marruecos ojo avizor para anexionarse las Hespérides al día siguiente de ser ésta de iure proclamada, o de facto implementada. No pidamos, pues, imposibles. Hagamos viable lo posible, si es que queremos salir lo mejor parados de la actual crisis que nos corroe.

Wilfredo Pareto, eminente sociólogo italiano del siglo pasado, definió una curiosa regla, la cual hoy, en medio de crisis y revoluciones, parece confirmarse cada vez más. Pareto observó que la sociedad de su entorno se dividía naturalmente entre los pocos del mucho y los muchos del poco, dividiéndose en dos grupos de proporciones aproximadas de 80:20. A nivel económico se ha estimado incluso que la regla es, si cabe, aún más estricta, definiéndose como 90:10. Es decir, el 10% de la población poseería el 90% de las riquezas del mundo y el 10% de las riquezas restantes se reparten entre el 90% de la población. Entre la que estamos los canarios. Aunque no todos los que son están en ese lacerante porcentaje.

José Carlos Gil Marín

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