Espacio de opinión de Canarias Ahora
¿Por qué?
Teniendo claro que diversificar consiste en crear nuevos productos o servicios, desarrollar un nuevo enfoque para los existentes o buscar otros perfiles de demanda con necesidades o deseos que atender, el debate sobre la especialización productiva (mal llamada monocultivo) y la diversificación de la estructura económica (mal llamado modelo económico), más allá de mostrar una preocupación latente a lo largo y ancho de la historia económica de Canarias, expone también un debate falto de calado, debido a que la primera pregunta que hay que contestar se centra en por qué no aparecen esos sectores económicos capaces de generar mucha renta para muchas personas, que sean competitivos a nivel internacional y que no tenga impacto sobre el medioambiente.
Cuando se decide invertir, se ha de combinar el aspecto de la seguridad con el de la rentabilidad. Cuántas veces hemos visto aparentes gangas donde personas avispadas atesoran en muy poco plazo de tiempo grandes cantidades de dinero. Pues las habremos visto tantas veces como las que contemplamos cuando lo pierden en un abrir y cerrar de ojos. Luego vienen las quejas. Y es que los milagros no existen ni los duros a cuatro pesetas o, en tiempos modernos, los euros a noventa céntimos. Se puede ser más amante al riesgo o poseer mayor aversión a este, estando el comportamiento retribuido por la rentabilidad en una mayor o menor medida porque no es lo mismo invertir en valores productivos poco volátiles que en aventuras imaginarias de lo que pudo ser y, probablemente, no sea. Tengamos en cuenta que cuando decidimos invertir, ejecutamos un coste de oportunidad intertemporal, es decir, no hacer otra cosa en el presente a cambio de tener mayor renta en un futuro. Por eso la inversión está relacionada con el ahorro, que no es otra cosa que la postergación del consumo.
Por otro lado, no es menos cierto que la inversión es la clave del crecimiento y desarrollo económico en aras del progreso. El decidir movilizar recursos actuales por un veremos de un futuro es un acto de valentía que contrapone la inmediatez sobre la mejora, donde no siempre se dispone de la totalidad de la renta para poder proceder a un proceso de inversión, por lo que esa renta que ocurre a través del tiempo se basa en capitales prestados en lo presente, lo que le añade mayor incertidumbre al procedimiento, porque la rentabilidad obtenida no solo ha de servir para tener más disponible, sino para poder satisfacer las deudas adquiridas.
También hay que decir que nadie dijo que cinco sectores al veinte por ciento cada uno de participación funciona mejor que dos al cincuenta o tres al treinta y tres. Por esa razón, la base no hay que buscarla en la naturaleza de la actividad en sí, sino en la dimensión del mercado. ¿A quién no le gustaría que su equipo de fútbol quedara campeón de la Champions League?, ¿tiene posibilidades? De forma específica, en esta competición, salvo que te vayas a presupuestos de actuación en términos de valor de mercado superiores a los ochocientos cincuenta millones de euros, como mínimo, podrás competir con la casi plena seguridad que no llegarás ni a tocar la copa. Por esa razón, cada cual debe jugar su liga sabiendo que la ilusión y las ganas nunca van a faltar, pero asumiendo, a su vez, que los resultados estarán ajustados a lo que realmente somos y no tanto a lo que nos gustaría ser. No obstante, que esto no suene como un canto a la melancolía, sino a vivir con los pies en la tierra, sin dejar de insistir en la mejora individual y colectiva a través del esfuerzo y trabajo compartido.
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