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PP Manolo, la policía y los ladrones

Juan García Luján / Juan García Luján

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Por esa debilidad mía de seguir los conflictos entre policías y delincuentes (presuntos o reincidentes), estoy pendiente de lo que le está pasando a PP Manolo Soria, de sus ataques a los policías a los que trata como marionetas al servicio de López Aguilar. Durante el reinado de Mr. Ansar, viví en primera persona los excesos de la policía con los que formábamos parte del movimiento antimilitarista. El día que me tuve que sentar en el banquillo de los acusados por insumisión al ejército el gobierno del PP mandó a varios policías de paisano para apuntar los nombres de quienes me apoyaban. Otros policías uniformados se dedicaban a pedirle el DNI y denunciar a unos pacifistas que habían colocado una pancarta en una farola. Le mandé una carta pública al delegado del gobierno. Antonio López no me respondió pero su jefe de gabinete, el periodista Manolo Mederos, me miró con mala cara cuando me lo encontré en la Delegación del Gobierno y le dije que con todas las porquerías que se podían investigar en esa época (por ejemplo dónde estaba el dinero de lcfem) preferían perder el tiempo en controlar a la gente que apoyaba a los pacifistas. Mederos me dijo que la información que había publicado el Canarias 7 sobre la presencia de la policía secreta en mi juicio era falsa. Pero yo pude comprobar que quien mentía era el jefe de gabinete de Antonio López.

Otra actuación desmesurada de la policía del PP fue la detención de un insumiso en un instituto de Agaete. Tazarte era profesor de Filosofía, con domicilio permanente donde podían localizarlo sin problemas. La policía de Antonio López prefirió detenerlo a la hora del recreo delante de sus alumnos. Tazarte no era Santana Cazorla, quizá por eso no mereció ningún artículo periodístico de los que hoy denuncian las desproporciones de la policía con el empresario hotelero, el de “Domingo, aprieta el tosnillo para que me den las camas”.

Pero volviendo a PP Manolo y sus ataques a las fuerzas de seguridad del Estado, a esa policía que, según PP Manolo el Humilde, detiene a inocentes y honrados empresarios, a esa policía que detiene a alcaldes decentes, a esa policía que quiere investigar los extractos bancarios de un honesto vicepresidente del Gobierno y consejero de Economía y Hacienda, esa policía que Soria solicita llevar a los tribunales y que la jueza le responde que se deje de machangadas y que demuestre con claridad que sus vacaciones se las paga él solito, que no son una prebenda de un empresario que quiso influir en sus decisiones políticas, de un empresario que logró lo que pretendía. No le gusta a PP Manolo esta policía que persigue el cohecho, la prevaricación y el tráfico de infuencias. Quizá prefiere los servicios secretos del gobierno de su compañera Esperanza Aguirre.

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Estoy preocupado por el tremendo poder que ejerce sobre mí PP Manolo el Humilde, porque en su conflicto con las fuerzas de seguridad y en medio de sus gritos contra López Aguilar , ha logrado que un servidor se vuelva a poner de parte de la policía. El vicepresidente del gobierno canario está asumiendo el mensaje de aquella canción de Joaquín Sabina que decía “hay que correr más que la policía”, y se ha echado a correr y está dispuesto a escupir sobre todo aquel que sospeche de él. Con esta actitud PP Manolo me ha provocado una especie de regresión infantil y, de repente, vuelvo a los tiempos en que admiraba a Starky y Hucth y a su chivato Huggy Bear. Vuelvo a ponerme de parte de la policía. Les perdono sus pecados pasados. Ánimo muchachos. A perseguir al ricachón que no respete el Código Penal, a apretarle el tosnillo a los que quieren multiplicar sus riquezas pisoteando las leyes y destrozando el territorio, a detener a alcaldes, concejales, empresarios y gobernantes en los momentos claves, como manda la ley, para que no puedan destruir pruebas. Ánimo a la policía y a los jueces en estos tiempos de ruido y furia. El ruido y la furia, así tituló William Faulkner su novela en la que narraba la decadencia de la familia Compson. Decadencia, ruido y furia, Faulkner nos hablaba del sur de Estados Unidos a principios del siglo XX. Decadencia, ruido y furia son palabras que, desgraciadamente, también sirven para describir esta Bananaria que habitamos en este principio del siglo XXI. Juan García Luján

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