Hoy me ha puesto la repetición de la estrategia soriana de explicar los contratiempos por su mala cabeza al señalar a los psocialistas detrás de la reciente denuncia de Francisco Cabrera, ex gerente de Megaturbinas de Arinaga. Cabrera acusa a Soria de mentir al Parlamento y enseguida señalaron los peperos al PSC como la mano que mece la cuna. No tengo necesidad ni motivos para afirmar o negar que fueran o no los psocialistas quienes indujeron a Cabrera. Pero no creo que Cabrera necesite empujones, pues no en vano Soria le ha hecho pasar durante años las de Caín al intentar machacarlo y arruinarle su vida personal y profesional con procedimientos de caciquillo fascistoide. Lo de Cabrera es pura autodefensa porque sabe que quien se achanta ante Soria, muere. Se trata, en fin, de un ciudadano que costea de su bolsillo acciones judiciales contra un cargo público que paga con los presupuestos a sus abogados. El abuso sale gratis; defenderse de él, no. Todos iguales ante la ley.Cabrera, según me cuentan, ha respirado siempre en PP. Su desdicha, apostar por Megaturbinas de Arinaga e intentar hacer de la empresa algo importante para la isla; por ejemplo, presentándola al concurso eólico para empezar.Megaturbinas, no lo olviden para tener criterio, es una empresa pública propiedad del Cabildo, del ITC, dependiente de la Consejería de Industria y de la Autoridad Portuaria. Con Soria en el Cabildo, su hermano Luis en Industria y en el Puerto un Arnáiz confeso de abducción soriásica, podía hacer cuanto le diera la gana. Y lo hizo al ordenar que Megaturbinas no concursara y encima ayudara a hacerlo a una empresa privada, la de los Esquível; uno de ellos, Javier, era el casero generoso del macho y un hermano suyo figura entre los imputados por el juez en la tan aireada, que no ventilada, trama eólica.Cabrera no estuvo de acuerdo con la dañina decisión y Soria lo puso en la calle. La Justicia anuló el despido al considerarlo represalia por desvelar las irregularidades, que ahí siguen a la espera.Con tales antecedentes poco importan las razones de Cabrera; sí, y mucho, que un presidente insular atrabiliario, aspirante a presidir Canarias, pueda ser un mentiroso que engañó al Parlamento y lo envileció, por último, con ayuda de CC. Ése es el quid de la cuestión; lo demás son cáscaras de lapas.