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No quiero ser escritor
Pues prefiero seguir siendo periodista. A secas. Una vez le dije a mi amigo Luis García Jiménez, en paz descanse, porqué no escribía un libro de todas sus vivencias, de sus recuerdos, que fueron muchos, desde la época de la dictadura, del periodismo clandestino y con censura franquista, de sus grandes reportajes y entrevistas. Estábamos en una terraza de la playa de Las Canteras, y Luis, mirándome con una sonrisa, me dijo escuetamente “Morera, yo soy únicamente un periodista. Quiero que me recuerden como eso, como un periodista”. Le dije a Luis que me había adentrado en una aventura novelada, como escribidor literario, y Luis me remató. “Te conozco desde que llegastes al viejo Diario de Las Palmas, con Pedro Perdomo Acedo de director, y tú eres y serás siempre un periodista”.
Pero qué quieren, la mayoría de los periodistas pretendemos a cierta edad al menos, hacer una incursión en la literatura, sobretodo cuando llega la jubilación y hay más tiempo para teclear reposadamente, pausadamente, desmenuzadamente, que diría Padorno. Pero el artículo de Pepe Alemán me ha desmoralizado como presunto escritor. Quizá no valga la pena, por lo menos intentar publicar un escrito, que te pasas años elucubrando, y luego te toman el pelo los editorialistas que publican. Me acuerdo ahora de mi amigo Manolo Padorno, que un buen día se me quejaba que abusaban de él, instituciones, editoriales y demás gente comisionistas, que le pedían algún trabajo, alguna presentación, que le costaba mucho tiempo y dinero elaborarlo, y luego no recibía ni un duro.
Sin citar el nombre de un caso concreto, una institución muy “respetable”, Manolo me contaba que un buen día le pidieron un trabajo para un tema determinado en otra isla, se pagó el viaje y el hotel, y lo único que hicieron los anfitriones/organizadores fue invitarlo a almorzar. “Manolo, ¿y fueron un par de bocadillos?”, le pregunté. “No, fue en un barito al lado de un instituto”.
Si sigo escribiendo el rollo en el que me he metido, será para leérselo a mis nietos, y punto. Pero me temo que me digan “abuelo, eres un pesado”. Como le decíamos a Manolo Padorno cuando nos leía Oí crecer as palomas, en mi infancia y en la de Eugenito Padorno, y otros amigos, y le cortábamos a Manolo, mayor que nosotros, la poesía o el relato, para irnos a jugar al fútbol a la playa.
Pepe Alemán, me has desmoralizado como presunto escritor. Pero es una verdad lacerante. La cultura por lo visto termina hoy día en el “qué hay de lo mio”.
P.D.: Es más cómodo que escriban los amigos buenos escritores, como Pepe Alemán, para sentir y palpar la fruición de leerlos, pero lamento que no les paguen un duro.
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