La raíz de las cosas por Juan Montero

Ese falseo histórico ha hecho que, perdidas las auténticas referencias, relativicemos todo, planteemos una cínica ecuanimidad frente a quienes dieron un cruento golpe de Estado dinamitando la legalidad vigente, provocando una sangrienta guerra de clases, mal llamada guerra civil y, tras su repugnante victoria, impusieron la dictadura más cruel y sanguinaria que jamás haya conocido nación en Europa.

Producto de esa inmodélica transición, en este país han seguido gobernado los mismos de siempre. Hoy, tras la máscara del Partido Popular o del Partido Socialista Obrero Español, tras la máscara de sus franquicias autonómicas o nacionales, son los poderes fácticos más reaccionarios de esta sociedad nuestra los que manejan los hilos en detrimento del bienestar de la inmensa mayoría. Aunque, como leía hace no mucho tiempo, no importe el partido que esté en el gobierno sino más bien la clase social que ocupe el poder, el interés de esa clase.

Dirán, en este mundo nuestro desteñido, que las clases ya no existen, pero a ver quien puede negarme que, frente a una inmensa mayoría de parados, de marginados y de trabajadores en precario, lo que reluce no es un grupo mafioso, una clase social minoritaria y rica, insaciable, que no tiene la más mínima duda de cual es su ideología, aunque aparente no tenerla, cuales sus intereses y cuales los medios que, sin el menor escrúpulo, secuestrando gobiernos sólo en apariencia democráticos, les permiten acceder a ellos.

O rehabilitamos nuestra memoria rindiéndole el tributo que se merece, o educamos a nuestros jóvenes en la realidad y legalidad de nuestra historia o seguirán comiéndonos, los mismos de siempre, monarquía, iglesia, banca, multinacionales, ejecutivo, legislativo, judicial y mediático desde los pies hasta lo más recóndito de nuestras cabezas. El próximo 20 de noviembre, y ya van muchas, tendremos una nueva oportunidad de expresar nuestro rechazo, aprovechémosla y no demos una vez más el gobierno a quienes, desde hace treinta y cuatro años, sólo han sabido provocar su beneficio reproduciendo nuestras pérdidas.

Juan Montero