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Rare Exports

Eduardo Serradilla Sanchis / Eduardo Serradilla Sanchis

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Ejemplos hay tantos que sería muy cansino el tratar de exponerlos todos, pero piensen, si no, en las tergiversaciones orquestadas por los regímenes dictatoriales, entre ellos el que dominó nuestro país durante cuatro décadas, para convertirse en su enseña capital y maestra. Al final, cuesta trabajo encontrar las verdaderas fuentes de las que proceden los mitos, debajo de tanta manipulación, mentiras y prejuicio partidistas y cobardes.

No obstante, la costumbre de manipular un mito o una leyenda según la conveniencia del momento no sólo está estrechamente relacionada con los ya mencionados usos, sino que también es moneda de cambio habitual en la sociedad civil. Nuestra sociedad presenta las mismas necesidades que motivan, por ejemplo, a un determinado culto religioso para orquestar una mitología que le ayude a lograr la conversión de sus fieles. El uso del premio y el castigo como una forma de condicionar a los habitantes de un país es tan viejo como la misma sociedad y su utilización suele estar volcada en los más pequeños.

Por ello, desde hace centurias, los niños del norte de Europa pasan el año tratando de ser buenos para que, una vez llegadas las nieves invernales, San Nicolás los premie con regalos el cinco de diciembre. De no ser así, todo niño que se hubiese portado mal, acabaría presa del castigo del milenario y, ciertamente oscuro, personaje.

Sin embargo, la figura que de verdad ha atemorizado la vida de los más pequeños europeos ha sido el Krampus, el demonio vestido de rojo, que se deleita secuestrando y mandado niños al infierno. El Krampus, un demonio con largos cuernos de macho cabrío, a imagen y semejanza del demonio más ancestral, aparece retratado en los grabados del siglo XVII y XVIII como un ser que se divierte cocinando niños después de apartarlos de sus padres o haciendo cosas peores. Su legado ha perdurado en la celebración del cinco de diciembre, donde el demoniaco ser comparte protagonismo con el San Nicolás de la leyenda antes comentada.

¿Y si ahora les digo que un grupo de investigadores, perdidos en las lejanas tierras de Laponia, están a punto de encontrar la guarida del mitológico Krampus, qué me dirían?

Pues ésa es la excusa argumental sobre la que se articula la película Rare Exports, obra del guionista y director finlandés Jalmari Helander, según una idea original suya y de su hermano Jusso.

Helander huye en su película -basada en dos cortos del mismo nombre, estrenados entre el 2003 y el año 2005- de la imagen edulcorada del Papá Noel de las tarjetas de felicitación de Hallmark y regresa a las fuentes clásicas del mito del demonio que secuestraba niños durante la noche del cinco de diciembre, ayudado por sus “elfos”, uno ancianos tan letales como cargados de años.

Rare Exports es también la visión limpia y clara del mito de Papá Noel, según los ojos de un niño, Pietari, el protagonista más lúcido e inteligente de todos en la trama. Pietari, un niño condicionado por la muerte de su madre y el aislamiento en el que vive su padre, sabrá, en todo momento, qué hacer ante la catarata de situaciones adversas que se presentarán en su vida. Su decisión y su afán por hacer las cosas bien terminarán por demostrar tanto a su padre como a sus amigos, que alguien tiene que mantener la cabeza fría, cueste lo que cueste.

A su lado, su padre, Rauno y sus dos amigos, Piparinen y Aimo, irán improvisando sobre la marcha, sin tener nunca muy claro a dónde les conducirá todo aquello. En un principio, su motivación estará relacionada con encontrar una fuente alternativa de ingresos, ante la muerte de los renos que cumplen tal cometido.

Luego, cuando les queda claro que se están enfrentando con fuerzas mucho más poderosas que ellos, decidirán hacerle caso a Pietari y, entre todos, sacar el mayor partido a la situación.

Aimo, persona práctica donde las haya, será el que ponga un explosivo punto y final y el que propicie una nueva fuente de ingresos, tan ocurrente como disparatada. Ya que no hay renos, nada mejor que exportar Papás Noel, de larga barba blanca y gorro carmesí, a todos los lugares del mundo.

Precisamente el final de la película entronca con los mencionados cortos ?Rare Export y The Official Rare Exports Inc. Safety Instructions- los cuales plantean esta misma situación, pero sin tocar la figura del Krampus, la cual sí que aparece en la película de Helander.

En dichos cortos, el director ya tuvo la oportunidad de trabajar con unos de los actores más reputados de Finlandia, Tommi Korpela, el cual primero asumió el papel del observador que va marcando la distancia a la presa para el tirador, para luego asumir la identidad del resolutivo Aimo. Helander también trabajó con Jorma Tommila ?el tirador de los dos cortos, quien pasaría a ser el padre de Pietari- y un jovencísimo Onni, hijo de Jorma Tommila, y que acabaría asumiendo el rol de Pietari en la versión cinematográfica.

Rare Exports, premiada en el pasado festival de cine fantástico de Sitges con el galardón a la mejor película y mejor director, es una película bien planteada, rodada con un primoroso sentido del tiempo, y en la que una persona no pierde de vista, ni la personalidad de los protagonistas, ni los sucesos que éstos protagonizan. Cada cosa está magníficamente plasmada y el realizador evita estridencias que en nada beneficiarían al producto final.

Cierto es que buena parte de la cinta está impregnada con el particular sentido del humor tan característico de las tierras del norte y sus habitantes, pero ello no supone ningún hándicap para que cualquier espectador de otras latitudes disfruten con una propuesta tan original, bien llevada y ciertamente novedosa como lo es Rare Exports, tanto en su versión corto como en la versión cinematográfica.

Los cortos se pueden encontrar, incluso subtitulados en castellano en youtube sin ningún problema, algo que no se puede decir la película de cine, la cual e incompresiblemente, sobre todo tras los premios concedidos en el festival de Sitges, no ha logrado distribución en nuestro país, ahora que tanta falta hacen productos novedosos y diferentes.

Me gustaría pensar que, antes o después, Rare Exports se pueda ver en nuestro país de una forma legal y en alguna edición en Blu-ray o DVD en la que se ofrezcan extras tales como los cortos de Jalmari Helander y cualquier otro tipo de extras que cuenten más cosas sobre la producción de una película tan recomendable como ésta.

Eduardo Serradilla Sanchis

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